Llegar a las islas Canarias es una aventura fascinante. En junio de 1999 pudimos comprobarlo al descubrir la diversidad de paisajes; la amabilidad de la gente y las bondades del clima. Cada una de las islas es parecida por todo esto y a la vez distinta por sus particularidades. Lanzarote es la "isla del fuego". Desde Gran Canaria llegamos a ella en un corto vuelo de 45 minutos. Allá el paisaje volcánico atrapa inmediatamente ya que la conjunción de la geología volcánica y el mar, imponente en infinidad de formas y matices, sirven de marco a una blanca arquitectura popular. Lanzarote es la isla más singular del archipiélago canario; su paisaje está condicionado por erupciones volcánicas, especialmente por las de Timanfaya. Este fue declarado Parque Nacional en 1974. Las lavas de erupciones de 1730 y 1824, cubrieron unos 200 kilómetros cuadrados creando un lugar con las más insólitas formas y colores. Hay un lugar, conocido como el islote de Hilario, donde el famoso arquitecto César Manrique construyó un restaurante sumamente curioso ya que las temperaturas al ras del suelo, llegan a 60º y a 6 metros de profundidad, hasta 360º, lo que ha permitido la instalación de hornos para preparar comidas con el calor de la tierra y apreciar el espectáculo de la energía calorífica. Se realizan experiencias para el visitante, por ejemplo: colocando pasto semi-seco comprobando que arde a los pocos segundos. En el parque de Timanfaya, caravanas de camellos, esperan que el turista se acerque para pasearlos en actitud sumisa y complaciente. Es el gran desierto que se extiende sólo a 120 kilómetros de Africa y, ¿quién puede resistir a un paseo en camello? Desde allí, del parque de Timanfaya, es posible contemplar el "singular paisaje lunar". Al norte de Lanzarote está la Cueva de las Verdes que, al igual que los fameos del agua, son productos de erupciones prehistóricas. Entrando al túnel subterráneo, impresiona la flora tropical. Una laguna natural de agua salada ha dado el nombre a la gruta. En sus fondos, viven cangrejos pequeños, albinos y ciegos. César Manrique, con su exquisito gusto, ideó las cuevas y jardines y es así que en ese exótico lugar existe un restaurante, un club nocturno, bares pequeños y una cueva para conciertos con arquitectura y acústica admirable. Con la inspiración de todo este entorno, Saramago, premio Nobel de Literatura, portugués por nacimiento, pero, de Lanzarote por elección, ha dicho: "Cualquiera de mis volcanes tardaron más tiempo en hacerse que el Arco de Triunfo". Blanca Ré de Meneghetti
| |