Año CXXXVI
 Nº 49.818
Rosario,
domingo  20 de
abril de 2003
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Guardia Mitre: Fortín patagónico
A 86 kilómetros de Viedma, el poblado rural conserva en el casco histórico casonas centenarias

Carlos Espinosa

Guardia Mitre es un pequeño pueblo rural situado sobre la ribera norte del río Negro, a 86 kilómetros de Viedma, donde los pájaros dominan el cielo y el aire es tan puro que la luz refleja los colores de los árboles de forma diferente.
Este pueblo y sus alrededores ofrecen perspectivas interesantes para el viajero que busca aspectos de la historia y la naturaleza sin artificios y escenarios vírgenes sin ofertas comerciales.
Para llegar se transita la ruta nacional 250 hasta el paraje Sauce Blanco, a 80 kilómetros de Viedma y 70 de General Conesa, donde se toma un desvío corto de tierra hacia el río.
Después de pasar una loma, apenas 300 metros más adelante, el viajero se encuentra con el caudaloso "currú levú" -río Negro en araucano- y la primera sorpresa del paseo es que hay que abordar una balsa para cruzar el curso fluvial.
La embarcación, bautizada Alfonsina, funciona con el sistema de "maroma" atada a dos fuertes cables de acero; puede transportar un máximo de tres autos y 20 pasajeros en un corto trayecto de cuatro minutos que es gratuito.
Desde la balsa se observa, aguas abajo, la enorme boca-toma del canal principal del sistema, implementado tres décadas atrás por el Instituto de Desarrollo del Valle Inferior del Río Negro, con el objetivo de regar 20 mil hectáreas de tierras cercanas a Viedma.
Guardia Mitre es un asentamiento fundado en 1862 como fortín de avanzada de la población y el puerto de Carmen de Patagones, para proteger a esta ciudad de eventuales ataques indios.
El tiempo parece detenido en la plaza vieja. Frente a ella se levanta la capilla inaugurada en 1884, donde está entronizada una imagen de la Inmaculada Concepción.
La cuadratura del sitio principal de Guardia Mitre muestra los indicios arquitectónicos de lo que fue hasta la segunda década del siglo pasado una pujante localidad ganadera; y también las casonas, algunas de unos 120 años, con rejas cinceladas y veredas altas.
Para acampar está el cercano balneario municipal, con fogones y servicios sanitarios, en medio de una espesa arboleda de sauces y álamos.

Alojamiento rural
Al regresar por el mismo camino, pero antes de llegar hasta la salida de la balsa, se llega al establecimiento de turismo rural Peumayén, en araucano "lugar soñado", donde un moderno chalet rodeado por un amplio parque permite alojar hasta siete personas.
El dueño de casa, el joven ganadero Claudio Naím Pérez, adelantó que "en dos meses estará habilitado el casco viejo de la estancia, una construcción de 1892, con capacidad alojar a otros 14 turistas, que tendrá mobiliario de época, cocina criolla y una sala de estar con hogar a leña".
Los servicios incluyen asados de carne vacuna y de cordero, chacinados y pan casero, y vino "patero" elaborado en una pequeña bodega artesanal con las vides del mismo lugar.
Desde Peumayén se organizan paseos en lancha por el río y excursiones para pescar truchas, percas o pejerreyes; cabalgatas y travesías en bote, mientras que la alternativa es simplemente leer un libro bajo los sauces, disfrutando del silencio y el canto de los pájaros.
Loros, palomas y torcazas, además de águilas, garzas, patos y calandrias, son apenas algunas de las especies que habitan en las costas del río y en la laguna cercana al casco de la estancia.
La naturaleza y la historia se muestran sin artificios en cada uno de los rincones de Guardia Mitre, que a sólo una hora de viaje de Viedma es un sitio mágico en la enorme geografía patagónica.



La capilla de Guardia Mitre fue construida en 1884.
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