Año CXXXVI
 Nº 49.818
Rosario,
domingo  20 de
abril de 2003
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Brasil
Pulsaciones a bordo de la montaña rusa
A 72 kilómetros de San Pablo está Hopi Hari, el parque de diversiones más grande de América Latina

Está cerca, muy cerca; apenas algo más de dos horas de vuelo hasta San Pablo, la ciudad brasileña en la que viven 16 millones de paulistas, que en todo el Estado ascienden a 32. Se llama Hopi Hari, se fundó el 27 de noviembre de 1999 y es el parque de diversiones más grande de América Latina.
Está a 72 kilómetros de San Pablo por la Rodovia dos Bandeirantes, donde una buena señalización anuncia la cercanía de la "frontera" y de los controles de "inmigración".
Un sello con forma de corona real, que se pone en la mano de los visitantes, es el pasaporte para disfrutar de 40 juegos mecánicos y transitar por este país de fantasía.

De 0 a 100 km en tres segundos
El área que ocupa el parque es dos veces más grande que el Estado Vaticano, y los parques temáticos son cinco: Kaminda Mundi, Mistieri, Infantasia, Wild West y Aribabiba, éste último la capital de Hopi Hari, y donde está Katapul, la montaña rusa que acelera de 0 a 100 kilómetros en tres segundos.
Cuentan que Hopi Hari nació como un regalo de Hopi, Dios de la Alegría, a su amada Hari, Diosa de la Aventura. Pero también se dice que es obra de extraterrestres que habitaban en la Vía Láctea; sea como sea, el "país" tiene un idioma oficial, el hopes, mezcla de muchas lenguas, y también un himno y una bandera de colores verde, azul, rojo y amarillo.
En Kaminda Mundi están las primeras casas de Hopi Hari, una curiosa mezcla de las arquitecturas francesa, alemana, italiana, portuguesa y holandesa, y también la Giranda Mundi, gigantesca rueda de 40 metros de altura que permite ver todo el predio.
En Kaminda también está la torre Eiffel, un ascensor al aire libre que desciende bruscamente desde una altura similar a la de un edificio de 23 pisos, y el Cinétrion, para 300 espectadores, un cine tridimensional cuyas imágenes resultan impactantes.
En Wild West la recreación de un poblado del lejano oeste tiene un realismo sobrecogedor. Desde el show en el salón, donde pícaras mujeres bailan el can can, hasta los botes redondos que navegan por las aguas del Bravo, el río donde los primeros habitantes buscaban tesoros y encontraban pepitas de oro.

Ingreso a las pirámides
En cambio, entrar a Mistieri es ingresar al desconocido mundo de las pirámides y las oscuras catacumbas. Cuentan que este tesoro arqueológico apareció, de repente, cuando la ciudad intentaba extenderse.
Allí está Além de Montezum, la única montaña rusa de madera del Brasil y la quinta del mundo, que durante dos minutos lleva a 60 personas a una velocidad de 103 kilómetros por hora y que alcanza los 40 metros de altura.
Muy cerca está Vurang, que parece una pirámide habitada por momias y sarcófagos, pero que sólo alberga carros que proponen un psicodélico paseo de casi 700 metros a través de luces y efectos especiales, y el emocionante Simulákron, con butacas que se mueven y logran sensaciones tan fuertes como volar junto a un cóndor.
Aribabiba es la capital del "país" y está junto al Lago Grande, de 16.000 metros cuadrados, donde nada perturba sus aguas calmas porque una de las premisas de Hopi Hari es el cuidado del medio ambiente.
Allí el lugar obligado de reunión es el Kafé di Palaz, y también son famosos los helados de Place de La Glace.
Infantasia está pensado para los chicos y es donde viven los personajes de Vila Sésamo, que desfilan en el Klapi Klapi Show, un teatro de 200 butacas. En este parque hay otro curso de agua de 220 metros, que se interna en el Kastel di Lendas -Castillo de Leyenda- y que lleva a los pequeños visitantes a través de todas las regiones del Brasil, con muñecos animados que visten trajes típicos.



Se puede navegar por el Río Bravo con botes redondos.
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