| | Editorial Sentidos de la Pascua
| Ciertas fechas de trascendente sentido adquieren, en circunstancias especiales, una proyección que va más allá de su contexto preciso. La celebración de la Pascua de Resurrección, en este año particular, parece vincularse con aspectos que se proyectan desde su profundo y natural significado religioso -que le es inmanente- hacia los pliegues más ocultos de la vida cotidiana de los argentinos. Acaso la familia reunida en el tradicional almuerzo de este día brinde la imagen exacta de lo que el país necesita en un momento harto difícil, que sin dudas constituye una encrucijada a partir de la cual se abren nuevos caminos. Después de épocas signadas por el desacuerdo y la fragmentación, la Nación demanda coincidencias, concordias, reencuentros. Afirmados sobre la sólida base para el diálogo y el consenso que proporciona un sistema político hasta ahora no mejorado: la democracia. La imagen del Cristo que entrega su vida por los hombres, y que luego resucita, se erige en un símbolo poderoso de aquellos valores que urge reconstruir. Solidaridad, comprensión, generosidad y trabajo son palabras que muchos hechos recientes parecieran haber vaciado de sentido, y que demandan una corporización urgente. Su encarnación, es decir, el abandono de una esfera abstracta y discursiva para ingresar en el fructífero terreno de los hechos, requiere de un cambio de actitud colectivo por parte de la sociedad. Si es posible, sostenido en el ejemplo de sus dirigentes. No será sencillo, como muchos aún insensatamente creen y otros erróneamente esperan. Tampoco será rápido. Lo que hace falta es, nada menos, un profundo cambio cultural. Y no se plasmará de un día, ni de un mes, ni de un año para el otro. Cierta mentalidad nacional tiende a la fe en difusos milagros y adscribe a místicas que a esta altura no sólo resultan discutibles sino que merecen el calificativo de nefastas. No habrá soluciones mágicas, sino avances paulatinos. No existirán oasis inmediatos en este vasto desierto, sino ocasionales dosis de agua fresca. Ojalá el sentido de la Pascua ilumine el corazón de los argentinos. Y les ayude a volver a creer en su propio esfuerzo. Porque no hay otro camino.
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|