Año CXXXVI
 Nº 49.818
Rosario,
domingo  20 de
abril de 2003
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Siempre estuvo cerca
Central Córdoba mereció ganar, pero falló en el cierre

Miguel Pisano / Ovación

Cerca, Córdoba siempre estuvo cerca, como diría Fito. Tan cerca como esa increíble entrada franca de Luciano Reboledo a los tres minutos que la tiró arriba desde el área chica. Tan cerca como esa volea de sobrepique de Cristián Calabrese, que el arquero Peralta salvó de un manotazo, en el final. Y tan cerca como ese derechazo mordido de Javier López, en el córner siguiente, que se encaprichó en cruzar el arco y en salir junto al segundo palo, en medio del generoso rosario de insultos de la gente del barrio.
Córdoba dispuso de las llegadas más claras de un encuentro complicado por donde se lo mire y allí residen justamente tanto sus fortalezas como sus debilidades. Porque hay que buscar sus méritos en que fue el equipo que se paró con mayor autoridad y ambición como para ganar el partido, al punto de que hizo los mayores merecimientos para hacerlo. Pero también hay que anotar su preocupante falta de definición, que en definitiva lo privó de una victoria que hubiera sido el resultado que más se hubiera acercado a esa entelequia de tablón que algunos hinchas todavía se empeñan tozudamente en llamar justicia.
Y a la hora de destacar las bondades charrúas conviene analizar primero la jerarquía del rival -no casualmente el puntero de la zona, que sumó su sexto encuentro invicto-, un equipo integrado por varios buenos jugadores y con el oficio imprescindible para jugar en esta dura divisional del ascenso, que no casualmente se escribe con b de barrio, de bolas y de brava.
Justamente el buen juego rival destaca más aún el gran partido charrúa, donde debutaron los pibes Lucas Romero y Ariel Quintana, dos buenos jugadores con la pelota que hicieron todo lo que pudieron ante la mayor experiencia visitante. Y hay un par de postales del partido que lo pintan de cuerpo entero. Antes del minuto el 10 de Morón, Gabriel Manzini, le había metido una pelota bárbara al delantero Marco Ayala, la figura de la cancha junto a Ferri, que se perdió el primero. Y en el complemento, justamente Cicuta Ferri hizo entrar al habilidoso Manzini, quien le metió una mano delante del juez y se fue expulsado, en uno de los pocos aciertos de Miguel González, un árbitro que dirige a distancia y que dejó pegar demasiado a ambos en el primer tiempo, al extremo de comerse un claro penal de Alderete a Quintana a los 4'.
En definitiva, con un equipo con mucha menos experiencia, Central Córdoba jugó de menor a mayor, dispuso de las llegadas más claras y mereció largamente la victoria. Lástima que entre la escasa puntería de sus delanteros y esa gran salvada de Alderete se quedó con la bronca de hacer todo bien salvo meterla. A pesar de que Córdoba estuvo cerca o justamente por ello. Porque Córdoba siempre estuvo cerca.



Cristián Calabrese aguanta la marca de Medrano.
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