Año CXXXVI
 Nº 49.818
Rosario,
domingo  20 de
abril de 2003
Min 12º
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El cazador oculto: El feroz exitismo de la televisión

Ricardo Luque / La Capital

La televisión argentina es exitista. Locamente exitista, igual que la Argentina toda. Sus sonrisa brilla cuando ve un triunfo al que puede hincarle los dientes. Cualquier triunfo. Un campeonato de fútbol, una olimpíada matemática, un bikini open. Nada disfruta más que ese momento sublime en que el ganador sube al podio y exhibe bien alto su trofeo. La televisión proyecta sobre sus espectadores, los argentinos que sufren estoicamente una derrota tras otra en sus vidas cotidianas, la felicidad del éxito. Una felicidad que, a través de la pequeña pantalla, parece propia, pero no lo es. Pero la lógica de esa maquinaria voraz que vomita sus desechos orgánicos sobre los livings de las familias argentinas es perfecta. Y lo que es aún peor, está al servicio de los vencedores. Su apología del éxito es funcional al deseo de los anunciantes. Quién compraría la crema de afeitar, el coche, la gaseosa que consumen los perdedores. Nadie. Por eso los consejos publicitarios los dan los André Agasi, las leonas, Miguel Angel Rodríguez, que es gordito, apenas puede correr una cuadra sin caer en coma profundo, pero su programa, "Son amores", gana en el rating. Porque, no hay que ser ingenuo, esa es la gran competencia de fondo de la televisión. Los canales son capaces de hacer cualquier cosa por un punto de rating. Tanto es así que se dieron el gusto de involucrar al público en la disputa. Sí, aunque cueste creerlo, de un tiempo a esta parte la gente sigue la evolución de las mediciones de audiencia como si fueran los resultados de la fecha de fútbol. Cómo si fueran a cambiarles la vida. Quizás sea así. De hecho, la permanencia de un programa en la pantalla depende del rating y quién duda de que hay gente que vive pendiente de la televisión, gente que si un programa termina siente el mismo pesar que cuando un amigo se va. Para ellos la planilla del rating es tan vital como para los productores de televisión. Qué harían si pronto desaparecieran de sus vidas los Marquesi o Susana o Diego Moreno. Nada. Seguirían viendo televisión. Porque siempre que hay perdedores, hay triunfadores, y la historia, también la de la televisión, la escriben los que ganan.


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