El Papa Juan Pablo II presidió ayer en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, la solemne Vigilia de Pascua, que conmemora la Resurrección de Cristo con uno de los ritos más antiguos de la Iglesia Católica, durante el cual pidió "un compromiso más fuerte de vida evangélica". El Pontífice, que este año cumple el 25 aniversario de su pontificado, presidió la compleja liturgia e impartió el bautismo y la confirmación a siete catecúmenos. Al final de la ceremonia, Juan Pablo II se salió del protocolo y agradeció a Dios que le haya dado la fuerza necesaria para poder tomar parte una vez más en el día más triste del calendario católico romano. La ceremonia, que se extendió por tres horas, comenzó con la bendición del brasero instalado en el atrio de la basílica, completamente a oscuras, que sirvió para encender el cirio pascual y las velas de los oficiantes, a medida que entraban en el templo. Luego se encendieron todas las luces de la basílica, uno de los momentos más sugestivos de este rito que representa la Resurrección de Cristo, cuando se hace la luz después de las tinieblas y un diácono entona el Exultet, el antiguo canto en latín con el que se anuncia la Pascua. El Papa, que cumplirá 83 años el 18 de mayo y está prácticamente inmovilizado a causa de la artrosis que padece en la rodilla derecha, siguió toda la ceremonia desde una silla realizada especialmente por los artesanos del Vaticano, que le permite desplazarse y levantarse sin hacer ningún esfuerzo. La misa celebrada ayer en San Pedro, que San Agustín llamaba "la madre de todas las Vigilias", fue una prueba particularmente fatigosa para el Pontífice, quien sin embargo bautizó y confirmó a los catecúmenos y pronunció la homilía con voz firme y clara. Vestidos de blanco y con una vela encendida en sus manos, nueve catecúmenos de Nigeria, Burkina Faso, Italia, Túnez, Japón, Burundi y Estados Unidos recibieron el bautismo de manos de Juan Pablo II. El Papa leyó después el paso de las Sagradas Escrituras que evoca a las mujeres que van a buscar el cuerpo de Jesús al sepulcro para embalsamarlo "al alba del primer día después del sábado" y encuentran la tumba vacía, y evocó el "sublime misterio" y el "extraordinario acontecimiento de la Resurrección". Juan Pablo II se dirigió en particular a los catecúmenos que recibieron los sacramentos de la iniciación cristiana "con los que entran a formar parte del pueblo de los redimidos", y les pidió "perseverar en la fidelidad a Cristo y proclamar con valentía su Evangelio". El Papa pidió también a todos los fieles que renovaran "las promesas del bautismo" y expresaran así "un compromiso más fuerte de vida evangélica". Profundamente devoto de la Virgen, Juan Pablo II pidió finalmente a María, "testigo gozosa de la Resurrección", que ayude a todos a caminar "en una nueva vida". El Papa, usando un vestuario dorado, grabó la primera y última letras del alfabeto griego (alfa y omega) en una gran vela en el atrio de la mayor iglesia del cristianismo. A pesar de su edad -en menos de un mes cumplirá 83 años- y de su frágil estado de salud, el pontífice polaco insistió en presidir todas las celebraciones tradicionales con motivo de la Pascua. (Télam y DPA)
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