Ni una pista, ni un sospechoso, ni nada. Aunque ya pasó un año desde el robo de 18 armas que estaban guardadas en distintos juzgados de los Tribunales provinciales, la investigación sobre aquel grave episodio está exactamente en el mismo lugar que el primer día. Fuentes judiciales y policiales encargadas de las pesquisas reconocieron casi resignados que no tienen "ni idea" acerca de quién o quiénes pudieron llevarse esas armas y hasta admitieron la posibilidad de que nunca puedan esclarecerlo.
La desaparición de varias pistolas y revólveres fue descubierta la primera semana de abril del año pasado. El primero que notó el robo fue el juez de Instrucción Carlos Alberto Carbone. De su juzgado faltaba nada menos que un Magnum 357, un poderoso revólver que había sido utilizado por un grupo de delincuentes para un ajuste de cuentas y terminó matando en la balacera el nene Nahuel Taiana, de 3 años.
Una filtración
Cuando el juez Carbone denunció el episodio ante su colega Luis María Caterina, que entonces estaba de turno, inmediatamente se encendió la alarma. Con el correr de los días por lo menos otros tres magistrados informaron que de sus juzgados también faltaban algunas armas.
La novedad causó una gran conmoción en los Tribunales, donde ya hay un nefasto antecedente que jamás fue esclarecido: en 1984, un grupo comando perfectamente organizado robó durante una madrugada los expedientes en los que la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) reunió información sobre la represión ilegal de la última dictadura militar en Rosario y sus alrededores. Esa información comprometía seriamente a represores y torturadores que actuaron en la zona durante los años de plomo.
Los jueces acordaron mantener el caso en secreto para evitar el escándalo, pero una semana después la noticia se filtró y entonces se supo que en total faltaron 18 armas. El juez Osvaldo Barbero, que es quien quedó a cargo de la tarea de esclarecer el robo, cree que la difusión del caso atentó contra el éxito de las pesquisas porque alertó a los autores e impidió que se realizaran tareas de inteligencia para tratar de identificarlos.
Para colmo de males, el robo ocurrió durante una época en la que en los Tribunales se hacían varias reformas edilicias y tenían acceso al edificio personas que habitualmente no trabajan en ese lugar.
Voceros de la investigación dijeron a La Capital que en algún momento se sospechó de una persona, a la que una mujer vio agacharse y llevar "algo parecido a un arma" en la cintura, pero esta sospecha ni siquiera se oficializó porque no hubo ni una sola evidencia adicional que la sostuviera.
Entre las armas robadas había por lo menos cuatro pistolas 9 milímetros. Un año después de la desaparición, las fuentes consultadas por este diario todavía no se ponen de acuerdo sobre su poder de fuego y su valor en el mercado negro. Mientras algunos afirman que sólo el Magnum 357 sería tentador para un traficante, y que las otras literalmente "no servían para nada", otros insisten en que la mayoría tenía un alto poder de fuego y podrían interesar a cualquier delincuente que buscara armas.
Especulaciones
Otro punto de discordia es si hubo un robo en masa de las 18 armas faltantes o si, por el contrario, algunas faltaban desde antes y su desaparición recién fue admitida en ese momento.
Quienes se inclinan por esta segunda posibilidad, entre ellos algunos funcionarios judiciales, recalcan el tremendo desorden que hay en algunos juzgados producto del desborde de trabajo, la escasez de personal y la acumulación de papeles y expedientes. "Las armas muchas veces quedan guardadas en cajones o en simples repisas, en muchas ocasiones sin llave, y están al alcance de cualquiera", describen.
Además, quienes se resisten a aceptar la idea de un solo golpe insisten en que hubiese sido muy arriesgado sacar todas las armas juntas. Es que el robo se habría producido en el feriado de Semana Santa y cuando está cerrado el edificio tiene una salida única, que la policía controla las 24 horas.
Otros, en cambio, creen que esta posibilidad (por ejemplo, que alguien sacara las armas en un bolso) no es tan improbable porque el movimiento de gente en los Tribunales es constante, aún en los feriados, y muchas veces los controles son flexibles debido a quienes entran y salen todo el tiempo son conocidos por su actividad en el edificio.
Más allá de las especulaciones, lo concreto es que la investigación sobre este episodio se encuentra empantanada y que al parecer las armas que se esfumaron de los juzgados no han reaparecido en ningún delito. Aunque para algunos especialistas, eso es sólo una cuestión de tiempo.