"A veces falta la conciencia de que la investigación es lo que abre camino para otras fuentes de recursos económicos", señaló Carlos Capurro, coordinador del programa I+D de Asaga, para quien no obstante existen "muchas razones" para que la Argentina invierta en desarrollo tecnológico propio en el campo de los agroalimentos. "Primero porque hay problemas que son específicos del país, pero además no parece lógico que un país que es el primer exportador mundial de aceite y el segundo harina de soja, deje la investigación en manos de países competidores", dijo. Entre los temas que hoy son objeto de investigación mundial y que están relacionados con la parte aceitera, Capurro enumeró "los OGM, que hoy están en el candelero por la resistencia europea a consumirlos pero además por las posibilidades que brindan para encontrar nuevos usos a las oleaginosas, los problemas de colesterol, la cuestión de los ácidos grasos monoinsaturados o polinsaturados, la utilización de la soja para prevenir determinados enfermedades, el biodiesel y toda la parte oleoquímica, que tiene que ver con la aplicación de productos vegetales para áreas que no sean necesariamente". El desafío es cómo articular esfuerzos entre el sector público y privado para llevar adelante programas de investigación. En los últimos tiempos se han desarrollado algunos modelos. Por ejemplo, a partir de la necesidad de relanzar el girasol, productores, semilleros, industriales y organismos oficiales crearon la Asociación Argentina de Girasol (Asagir), que cuenta con un programa de producción científica solventado con recursos públicos y privados. Pero los modelos no son iguales para todos los casos. No es lo mismo repartir la carga entre miles de productores que entre un grupo reducido de empresas. En este último caso, el aporte que deberían fijar para financiar investigaciones significa un peso mayor. Los proyectos de trabajo que se desarrollan en el marco del programa I+D de Asaga son actualmente financiados con fondos de la entidad. "Son recursos que tienen un límite, por eso una de las cosas que estamos analizando es un esquema de financiamiento que nos permita multiplicarlos". -¿Cómo lo piensan hacer? -Hay organismos del Estado que tienen previsto subsidios o créditos blandos para investigación. Hay esquemas, por ejemplo, en que el organismo aporta el 50% del monto de investigación y la parte privada aporta el otro 50%. Eso permitiría duplicar los fondos ya disponibles. Están el Fontar y el Foncyt. También se pueden aprovechar programas por los cuales las empresas que aplican fondos a investigación tengan alguna ventaja fiscal. Se pueden analizar distintas alternativas.
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