Si bien la industria local es una de las más competitivas del mundo, en parte en base a una fuerte incorporación de tecnología, el monto destinado a investigación en Argentina es escaso en relación a la importancia económica del complejo oleaginoso.
Las razones son varias, desde las sucesivas crisis económicas hasta la falta de articulación entre el sector público y privado para acordar proyectos estratégicos de investigación científica.
En los últimos tiempos, algo está cambiando. En el caso específico de la industria aceitera y grasera, hay una entidad que tomó ese desafío. Se trata de la Asociación Argentina de Grasas y Aceites (Asaga), que reúne a los profesionales del área técnica de las industrias y sus proveedoras.
La entidad puso en marcha en 2001 un programa de Investigación y Desarrollo (I+D) que ya alumbró dos proyectos cuyos resultados están por conocerse en los próximos meses. Uno tiene que ver con la influencia de la temperatura en el uso de los expanders (equipos utilizados en el proceso industrial de la soja) y otro destinado a la caracterización de los ácidos grasos del aceite de girasol. Por estos días, también están analizando propuestas presentadas por distintos centros tecnológicos para avanzar en dos nuevos programas y se preparan para lanzar un llamado a concurso destinado a la investigación básica.
El primer intento de Asaga por incursionar en estas actividades comenzó en el 98. Durante un congreso de gerentes industriales realizado en Foz Iguazú se decidió impulsar un programa de I+D destinado a apoyar los esfuerzos de investigación que se realizaban en distintos centros dependientes del Conicet o las universidades estatales en proyectos que abordaran la problemática relacionada con el sector aceitero. Por distintas razones, el arranque definitivo del programa llegó en 2001.
Carlos Capurro, coordinador del programa de I+D de Asaga, recordó que en aquel momento se decidió encarar rápidamente un trabajo de investigación "para ver qué respuesta había". Así se lanzaron, en realidad, dos proyectos, relacionados con los expander y el aceite de girasol.
Los expanders
El expander es un equipo que, mediante compresión e inyección de vapor vivo, produce una estructura porosa en el material que facilita la extracción por solvente y regulariza la marcha de la planta. "Lo que queremos ver es cómo influencia el trabajar esa máquina a distintas temperaturas", explicó Capurro. El aceite de soja crudo tiene fosfátidos hidratables y no hidratables, y "el hecho de usar estos equipos modifica la cantidad de fosfátidos hidratables (gomas) que se pueden sacar del aceite (se eliminan mediante un proceso por medio de agregado de agua y centrífugas)".
Estas gomas que se eliminan del aceite por un problema comercial, si se las seca, se convierten en lecitina, que tiene un precio y un mercado. "Pero no todo el mundo tiene secado de gomas, más aún, es una excepción", explicó Capurro. Entonces las gomas se agregan a la harina, lo cual económicamente implica una disminución de rendimiento. La hipótesis de investigación es, en este sentido, "cómo al cambiar la temperatura cambia la cantidad de fosfátidos hidratables que se eliminan del aceite, dónde está el punto económico para trabajarlo, y encontrar cuál es la mejor temperatura de operación". Al mismo tiempo, se busca determinar "si las gomas que se eliminan cambian de composición al cambiar la temperatura".
Esta investigación está ya terminada en lo que hace al trabajo de campo y se estima que en pocos meses estaría el informe final. El ensayo se hizo tomando muestras de fábricas y además se construyó un equipo piloto en las instalaciones de la planta de AFA Los Cardos.
La otra investigación apunta a la caracterización de los ácidos grasos del aceite de girasol. El girasol, a lo largo del tiempo, fue modificando su composición de ácidos grasos, la cual además varía por zona geográfica y por la variedad que se siembre. Esto, explicó Capurro, "trae algunos inconvenientes a la exportación" y destacó que el programa de Asaga busca "hacer algo con seriedad científica y que pueda servir para aclarar este tema". La investigación se lleva a cabo mediante un acuerdo entre el Inta Balcarce, que selecciona las muestras de semilla y realiza algunos análisis, y la empresa Nidera, que realiza las cromatografías y los ensayos de esteroles.
Investigación básica
Asaga ahora va por más. En marzo se terminaron de recibir propuestas de trabajo de parte de varios centros de investigación, que respondieron al llamado a concurso de la entidad para lanzar otros dos proyectos. En la convocatoria se fijaron pautas generales sobre dos temas: qué hacer con la cáscara de girasol y trabajar con la recuperación de aceite neutro de las gomas separadas por el proceso de desgomado de aceite de soja.
El llamado a concurso para desarrollar investigación básica es todavía más abierto, ya que allí ni siquiera se marca el tema sino que hay un listado general. El coordinador de I+D de Asaga señaló que "la idea es no sólo investigar en lo relacionado concretamente con problemas prácticos, sino incursionar en campos no explorados, aunque en principio parezcan no tener una aplicación industrial inmediata". Esta es la característica precisamente, de la investigación básica.
El desarrollo del programa I+D de la entidad fue en sí mismo una investigación, ya que significó "tantear, discutir, proponer, rectificar, no hay un manual sobre cómo plantear un órgano de investigación específico", recordó Capurro.
La primera tarea fue relevar los centros de trabajo que podrían tener relación con la industria aceitera. "Son unos 20 en todo el país pero sabemos que hay más a los cuales todavía no los hemos contactado", agregó. La mayoría están relacionados con universidades o el Conicet.