Año CXXXVI
 Nº 49.815
Rosario,
viernes  18 de
abril de 2003
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Análisis: En busca del gol de oro

Mauricio Maronna / La Capital

El encuentro entre Carlos Menem y Carlos Reutemann programado para mañana en Sauce Viejo provocó euforia en el menemismo, que venderá esa foto como el mejor afiche de campaña y como un gol de oro en el cierre proselitista. "Tengo ganas de dar un pasito más", le escucharon decir al Lole en las últimas horas, en lo que refería a un gesto más contundente que muestre su simpatía hacia el riojano.
Ese "pasito" lo dará este sábado ante un enjambre de periodistas y fotógrafos, al trasladarse hasta la estación aérea para darle la bienvenida al ex presidente: los demás presidenciables tuvieron que acercarse hasta su despacho. Otros sugieren que la cumbre será en Llambi Campbell.
Aunque el titular de la Casa Gris haya tenido que soportar que el gobierno nacional le camine la provincia repartiendo subsidios (y escuchar las bravuconadas de Cristina Kirchner y Aníbal Fernández), ahora, más que nunca, deberá tener temple de acero y no manifestarse públicamente por el riojano. De hacerlo (aunque las encuestas marquen que Menem no morirá electoralmente en las vísperas) romperá con la palabra empeñada que, por fidelidad a su figura, impidió que muchos dirigentes santafesinos tomen posición.
El "no" del Lole y su posterior "prescindencia", curiosamente o no, fueron internalizados por buena parte de la sociedad y potenció su imagen positiva hasta ubicarla en el 40%. Reutemann, más allá de los sondeos y de la oleada menemista que sobrevuela por estas horas (un completo sondeo de Andrés Mautone & Asociados lo pone al tope de la intención de voto en Rosario con el 15,5%), estará barruntando también que el resultado de la elección es incierto y que cualquier pronóstico puede chocar con la volatilidad del voto.
La tendencia que se observa, fuera de nombres y números, es que el electorado valoriza el pragmatismo y la racionalidad como factores clave a la hora de la verdad.
La hermética personalidad de Reutemann, alejada de los códigos de campaña, donde la palabra vale menos que un austral, se vio alterada (aunque jamás lo admita en público) con el insulto que, meses atrás, Néstor Kirchner le descerrajó a su hermano Enrique ("Es un perfecto idiota", dijo con poco tino el santacruceño). Fue el punto de quiebre para una relación que ya venía plagada de traumatismos.
Susceptible hasta la médula, desconfiado y a veces laberíntico, el Lole jamás olvidó el calificativo de "forro" de Menem que, en el 99, le lanzó Eduardo Duhalde, a quien entonces el gobernador ubicó como un dirigente de "Primera C".
A Reutemann no lo une el amor con Menem, sino el espanto que le provocan los otros dos candidatos justicialistas (Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá). Pero, además, existe una cuestión de pragmatismo: hasta los menemistas reconocen que el santafesino será "el heredero".
Pese a las encuestas que dominan el escenario, nada está definido respecto a quién será el futuro presidente. La sociedad les dará a los días de Semana Santa que restan un sentido utilitario: decidir quién de todos los postulantes es el mal menor.
En ningún caso habrá cheques en blanco que justifiquen tirar por la borda estrategias políticas construidas con la paciencia de la araña.


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