| | Editorial Con la ley en la mano
| La visita que realizó a Rosario el prestigioso magistrado español Baltasar Garzón permitió reactualizar el debate sobre conceptos fundamentales del derecho, relacionados en numerosos casos con etapas dramáticas de la historia argentina. El juez peninsular, que se hizo célebre por haber encarcelado al ex dictador chileno Augusto Pinochet en el marco de múltiples causas por violación a los derechos humanos, se ha erigido en fervoroso -amén de riguroso- portavoz de los valores de la democracia. Durante su estada en esta ciudad, esa militancia ética quedó sólidamente confirmada. Y aunque el tema sobre el cual se centró la mayoría de las reflexiones del jurista -también durante el transcurso de su diálogo con La Capital- fue la candente cuestión de la potencial ilegalidad de las acciones bélicas que se desarrollan en Irak, acaso el punto que más interés despertó en la ciudad fueron las frases que virtió en torno de sus investigaciones sobre el grupo separatista y terrorista vasco ETA. En tal sentido, resulta clave recordar que la base sobre la cual se debe asentar cualquier posterior análisis del pensamiento de Garzón quedó sintetizada en una oración lacónica, que pronunció ante periodistas de este diario: "Lucho contra ETA con el Código Penal". Si similar principio se hubiera utilizado en nuestro país para combatir a los grupos armados en la década del setenta del siglo pasado, muy diferente y mejor sería el presente nacional. Si se recuerda la crueldad que suele aplicar ETA en sus acciones terroristas, más meritoria aún se torna la contundencia del juez español a la hora de defender el estado de derecho, valor esencial en las sociedades civilizadas que muchas veces suele ser pisoteado por las razones de Estado que se encuentren de turno. Al respecto, resulta en extremo ilustrativa su lapidaria visión de la "licencia para matar" concedida por los Estados Unidos a partir de la distribución mundial de un siniestro mazo de póquer en cada una de cuyas cincuenta y dos cartas se puede contemplar la imagen de una personalidad iraquí a quien se busca, "vivo o muerto". "Significa la aceptación de la teoría de los espacios sin derecho" -aseguró Garzón, y agregó-: "La línea divisoria entre la legalidad y la barbarie radica precisamente en el cumplimiento de la legalidad internacional". El concepto final pertenece a la esfera de la moral, y es concluyente: "De lo contrario, te terminas convirtiendo en lo que quieres combatir". Sin dudas, totalmente aplicable a la Argentina.
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