Desde principios de año, la Empresa Provincial de la Energía (EPE) está apuntando los controles antifraude a los domicilios particulares. Y los operativos están dando resultados: en sólo 12 manzanas céntricas de Rosario se detectó a 160 clientes enganchados o que alteraban el medidor. La pérdida de energía constatada hasta el momento en el centro de la ciudad es del 22 por ciento, cuando el porcentaje tendría que rondar el 4 por ciento y sólo por motivos técnicos, según aseguraron desde la compañía. Pero hay más. En la zona oeste esa cifra asciende al 35 por ciento y en la norte al 28 por ciento.
En una primera etapa, la EPE enfocó las inspecciones contra el fraude en distintos comercios, bares y restaurantes. Para dar un ejemplo de la magnitud del robo de energía encontrado, de 58 locales que se controlaron en una noche en diciembre pasado, 39 estaban en clara infracción. Entre ellos había supermercados, fábricas de hielo, gimnasios y quioscos.
Después de formalizar un convenio con la Universidad Tecnológica Nacional, la EPE empezó a realizar operativos de control en los domicilios particulares. Las inspecciones arrancaron en enero de este año, en la zona céntrica de Rosario.
El sistema consiste en instalar un medidor en cada una de las mil subestaciones transformadoras que hay en Rosario. Luego, se coteja la energía entregada con la suma de la energía facturada a los clientes, de acuerdo al registro que exhibe cada medidor individual. Y de las diferencias que surgen de esta ecuación se sabe el nivel de robo, hurto o pérdida.
Por eso no es necesario que las cuadrillas ingresen a las domicilios de los usuarios, algo que sí deben hacer en los edificios para controlar los medidores ubicados en los ingresos. Y según contó ayer a La Capital el subinterventor de la EPE, Sebastián Chiola, "no es tarea fácil entrar a los edificios porque algunos porteros se resisten".
La mitad, en forma irregular
El radio del centro donde se realizaron los primeros controles comprendió las calles 3 de Febrero, Presidente Roca, San Luis y Dorrego. De 2.395 medidores inspeccionados, en 1.165 tuvieron que realizar tareas de normalización porque se detectó la existencia de alguna irregularidad.
"A la mayoría se le tuvo que colocar la tapa de las borneras (entrada y salida de cables que brindan energía a las casas) y precintar. En estos casos no se pudo comprobar si se estaba cometiendo algún tipo de fraude, pero cuando la bornera está sin tapa es más fácil alterar el medidor", detalló Chiola.
Y por irregularidad comprobada, se labraron 160 actas. "Estaban con conexión directa, alteraban el medidor o lo tenían directamente fuera de funcionamiento", precisó el funcionario.
Una vez que se confecciona el acta de infracción, el cliente debe normalizar la situación en la empresa. Tanto los enganchados como quienes alteran los medidores deben pagar la energía que no abonaron durante un año.
Según Chiola, "fue muy complicado lograr que los clientes detectados con conexión directa vayan a saldar sus deudas. Los inspectores tuvieron que ir unas siete veces a cada domicilio para que finalmente regularicen su situación".
Si bien es considerable una pérdida de energía del 22 por ciento en el centro de la ciudad, la cifra no sorprendió a los directivos de la EPE. "Calculábamos ese nivel de pérdida. Pero vamos a seguir trabajando en la zona céntrica. Tenemos unos 45 mil usuarios focalizados en ese sector", adelantó Chiola.
Al oeste y al norte
Pero el índice de pérdida de energía en las zonas norte y oeste de Rosario supera al registrado en el centro de la ciudad. Los controles que se realizaron entre 2.900 clientes de la zona oeste dejaron al descubierto que existe un porcentaje de pérdida que ronda el 35 por ciento.
En la zona norte, las inspecciones comprendieron a 3.100 clientes y se comprobó que la EPE pierde un 28 por ciento de electricidad.
La UTN está a cargo del 90 por ciento del trabajo de control en las zonas residenciales. "La EPE contribuye con inspectores de fraude para labrar actas y con supervisores. Pero el personal, los equipos de medición, la logística y los materiales menores para las normalizaciones, como los cables de bajada, corren por cuenta de la Universidad", detalló el subinterventor.
El contrato con la UTN tiene vigencia hasta enero de 2005, con posibilidad de renovarlo un año más. Según manifestó Chiola, "recién se están puliendo y sincronizando los mecanismos entre la empresa y la Universidad. Pero a fin de año esperamos tener inspeccionado entre 80 mil y 100 mil clientes".