Año CXXXVI
 Nº 49.815
Rosario,
jueves  17 de
abril de 2003
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Panorama internacional
Con los ojos puestos en Siria

Jorge Levit / La Capital

Si los norteamericanos tenían dificultades antes de la invasión para ubicar a Irak en un mapa, mucho más complicados están ahora cuando la administración Bush ha puesto su mira en Siria. Y eso que todavía no se han apagado los incendios de Bagdad y otras ciudades iraquíes donde, frente a la mirada permisiva de las tropas, ya queda poco por saquear. Aun así un nuevo frente de tormenta contra Siria se ha desatado, aunque como coinciden todos los análisis es muy poco probable que Estados Unidos se involucre en el corto plazo en una nueva operación militar en la región.
Bush imprime una fuerte presión sobre el joven presidente sirio Bashar Assad para que no refugie a los jerarcas del régimen de Saddam y para hacerle entender que hay nuevas reglas de juego. Con doscientos mil soldados y todo el territorio iraquí en poder de la coalición, la amenaza contra Siria es más que elocuente. Estados Unidos domina ahora un sector estratégico del golfo Pérsico y del Medio Oriente y es la primera vez en 56 años
-desde la partida de las tropas británicas de Palestina en 1947- que un país occidental tiene el control total de una nación de la zona.
Bush ya no necesita pedir permiso ni pagar a un tercer país para trasladar sus tropas. Irak es suficientemente grande como para establecer bases militares y trasladar todo el equipo necesario para una eventual operación militar. Sus fronteras con Irán, Turquía, Siria, Kuwait, Jordania y Arabia Saudita le otorgan una posición geopolítica y militar excepcional. Tal vez en el mediano plazo los iraquíes recuperen su poder político pero seguramente la presencia militar norteamericana en el país se prolongará mucho tiempo.
La presión contra Siria, con la que Estados Unidos ha tenido una relación muy cambiante, puede estar también ligada al famoso "mapa de ruta" que Blair y Bush han prometido anunciar para zanjar definitivamente el conflicto israelí-palestino y del que Siria es uno de los protagonistas. En 1967 Siria perdió en la Guerra de los Seis Días contra Israel las alturas del Golán y se ha negado a intentar una solución pacífica en la región hasta que ese territorio que le pertenece le sea devuelto.
La historia de Siria en el último medio siglo estuvo signada por golpes de Estado, guerras con Israel y giros importantes en materia de política exterior. En la Segunda Guerra Mundial, hasta 1941, estuvo bajo el dominio del gobierno francés pro nazi de Vichy hasta que las tropas inglesas y francesas libres recuperaron el territorio. En 1946 logró independizarse del dominio francés y se constituyó como una nación soberana. Luego de una serie de asonadas militares y varios cambios, en 1970 se inició la era Assad.
Hafez Assad controló los destinos del país durante 30 años hasta su muerte en junio de 2000. Durante ese tiempo sufrió algunos levantamientos de grupos musulmanes que terminaron en una sangrienta represión y hasta un intento de golpe de Estado de su propio hermano Rifaat Assad.
Hasta el desmoronamiento de la Unión Soviética, Siria tuvo una estrecha relación con los rusos, quienes en el marco de la Guerra Fría la proveían de armas. Este alineamiento internacional no le impidió más adelante a Hafez Assad ser parte en 1991 de la coalición liderada por Bush padre que expulsó a Saddam Hussein de Kuwait. Pese a la estrecha relación que ganó con Estados Unidos, Siria también fue acusada por apoyar y proteger en su territorio y en Líbano -donde ejerce una gran influencia política y militar- a grupos terroristas.
En el año 1994 murió en un accidente de tránsito Basil Assad, el hijo mayor y designado sucesor del presidente Hafez Assad. De inmediato, Hafez hizo regresar de Londres a su hijo Bashar, quien debió interrumpir sus estudios universitarios de oftalmología. Bashar ingresó rápidamente en la carrera militar y política y fue nombrado presidente por el Parlamento tras la muerte de su padre. Tenía sólo 34 años.
En un comienzo se especuló con que Bashar imprimiría un cambio a la dura línea política de Siria y podría comenzar en Medio Oriente una era de distensión. Sin embargo, la línea de la vieja guardia pareció imponerse y tras los nuevos levantamientos palestinos en los territorios ocupados por Israel la promesa pacifista se diluyó. De los grandes países de la región, Siria es el único que no tiene acuerdo de paz con Israel. Egipto y Jordania ya lo han hecho.
En la actual guerra con Irak, Siria ha condenado la invasión y ha sido denunciada por Estados Unidos -que no aportó ninguna prueba- de proveer de armas al ya depuesto Saddam.
Estados Unidos pretende ahora "disciplinar" a los sirios para que acepten concesiones al "mapa de ruta" para un acuerdo de paz en la región. Israel ya supo "interpretar" esta nueva realidad y su primer ministro Ariel Sharon anunció que su país deberá hacer "dolorosas concesiones" para alcanzar la paz. La presión norteamericana también se hizo sentir en Israel.
Bush y Blair intentarán eclipsar la invasión a Irak -todavía no apareció ninguna de las tan temidas armas de Saddam- con un programa de paz para el Medio Oriente que parecen querer imponer por la fuerza a todos los actores de un juego que ya lleva más de medio siglo empantanado.
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Bashar Assad, presidente de Siria. (Ilustración: Beas)
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