| | cartas ¿De qué se quejan?
| Es propio del izquierdismo subversivo, tanto en nuestro país como en el resto del mundo, vivir protestando. Su fin no es construir sino destruir para llevarnos a un totalitarismo intolerable. Para ello recurren a la muerte, secuestros, extorsiones, incendios, amenazas, piqueteadas y la devastación de la propiedad privada. Su modus operandi es pendiente de los excrementos que producen los yanquis, lo que es su caldo de cultivo; y a partir de allí, dan y se dan manija a cada minuto con una dialéctica hueca de contenido. Quieren ser los abanderados de las protestas por la guerra de Irak, pero me temo que en su fuero íntimo festejen la misma, dado que les da letra para un parloteo que trata de justificar su existencia. Si no existieran los yanquis, tampoco existirían ellos, dado que no pasan de ser un producto derivado. Si les duele tanto la situación de Irak, como nos duele a todos, que se armen de un fusil y vayan para allá, a liquidar enemigos, siguiendo el ejemplo de su líder, el Che, que nos dubitó en dejar Argentina para ir a gatillar su fusil sobre los indefensos cubanos, hecho que quiso repetir en Bolivia, pero el destino le jugó una mala pasada. Años atrás, cuando en nuestro país no había democracia, esos izquierdistas no se asomaban de las madrigueras ni disfrazados en noches de carnaval. Ahora que la tenemos, es elemental que la respeten y no abusen de la tolerancia que siempre tiene el pueblo argentino, que en su mayoría siempre los aborreció. De lo contrario no les queda más que enfundar la mandolina e irse con la música a otra parte. No hay nada más desagradable que escuchar a aquellos que desentonan a cada minuto. Angel Norbisi
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