Mauricio Tallone / La Capital
Analizar este presente de Newell's tallado por dos victorias consecutivas homologa como primer paso remitirse a la imperiosa obligación que tenían los dirigidos por Héctor Veira de embolsar seis puntos y, por añadidura, contar con el sustento moral que se necesita para visitar el fin de semana a Boca en la Bombonera.
Pero detrás de esa realidad futbolística que hoy parece subsanada brotan otras sensaciones de fuste, desperdigadas en el tamiz de un equipo que todavía no concurre con frecuencia a la universidad de la confiabilidad.
Además detenerse en este aspecto también sirve para mensurar posibilidades. Sobre todo si se tiene en cuenta que Ñuls llegará al choque contra uno de los líderes del Clausura pronunciando bien los verbos correr, meter, relevar y a veces pensar. Aunque todavía está para ir al rincón cuando las circunstancias exigen que conjugue en presente el verbo jugar. Ahí la cuestión se complica, se depende demasiado de la inspiración de Manso y de la nafta especial que cargue en esa estación Mauro Rosales, por más que el domingo pasado la apetencia goleadora de Walter Silvani haya sumado algunos porotos en la consideración.
Igualmente esto que se suscribe con tanto énfasis no intenta minimizar la resistencia que opondrá Newell's en pos de proyectar su candidatura en la Bombonera. Porque desde que los rojinegros lustraron la chapa de la recuperación con las presentaciones ante Unión y Banfield, no debería sorprender un resultado satisfactorio para sus arcas.
El costado más vulnerable de este cuadro de situación está parado en el momento que atraviesa Boca. El conjunto de Bianchi acumula nombres de espaldas anchas en citas de las bravas, pero desde que Olimpo le arrancó con valentía un punto en su cancha en la octava fecha ya nadie corre detrás de una utopía.
Precisamente en ese espejo debe mirarse Newell's. Aunque la actualidad de la tabla de posiciones hoy lo desmienta, el equipo leproso está un par de escalones arriba de los bahienses. Y por regla lógica, debería aspirar a algo más que conformarse con ser un rival de corte digno en su excursión por la Boca.
Encima los rojinegros no cuentan con el guiño de la historia a la hora de repasar partidos con los xeneizes. No sólo en lo inmediato acumula cinco encuentros sin vencerlo (tres empates y dos derrotas), sino que el último triunfo rosarino en condición de visitante se remonta a la temporada 87/88 cuando el equipo del Parque goleó 5 a 1 a los xeneizes bajo la dirección técnica de Jorge Solari. Los goleadores de aquella gesta fueron Roque Alfaro, en tres ocasiones, Gustavo Dezotti y Sergio Almirón. Mientras que el tanto local fue anotado por José Luis Villarreal.
Como se observa no le faltan condimentos al banquete del domingo de Pascuas. Por fixture y hasta por el oportunismo de una sumatoria de buenos resultados, Newell's está ante la gran chance de consolidar su andar en un compromiso que puede tenderle una alfombra roja a sus aspiraciones más genuinas. Eso sí, su juego necesita un salto de calidad. Ganarle a Boca siempre implica ser más ambicioso que de costumbre. Para consuelo de pobres ya hay bastante con los equipos que pugnan por no descender. Mucho más si Newell's quiere seguir tentándose con propuestas coperas. Depende de su capacidad y de no confiarse que jugando como lo viene haciendo le alcanzará para continuar ante Boca con su racha de triunfos.
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La Ciudad
