La cara de Américo Rubén Gallego era la síntesis de su fastidio, impotencia y dolor. Es que el ex técnico millonario disfrutaba de una tarde placentera en su conocido estadio Monumental de Núñez, porque su actual equipo, Independiente, le ganaba a River y tenía tácticamente el partido controlado. Pero luego todo se derrumbó. Héctor Baldassi expulsó a Leonel Ríos y minutos después el Bichi Fuertes logró la igualdad para el conjunto del chileno Manuel Pellegrini. El Tolo protestó a rabiar. Pero su rostro se desfiguró cuando a cuatro minutos del final Gabriel Milito empujó accidentalmente la pelota contra su propio arco para sellar la victoria de River. Gallego no la pudo pasar peor en su anterior domicilio. Y se fue rojo de bronca. No era para menos.
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