Año CXXXV
 Nº 49.811
Rosario,
domingo  13 de
abril de 2003
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La urgencia de nuevas y estrictas reglas políticas

Para motorizar una alternativa ante la crisis, Antonio Margariti indicó que "hay que comenzar a redactar reglas políticas, sociales y económicas que sirvan para constituir un país donde valga la pena trabajar, estudiar, vivir, ahorrar, constituir una familia y morir. Lo mismo exactamente que hizo Juan Bautista Alberdi en 1850, cuando escribió las bases de la organización nacional y las reglas que debían regir el sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina a la luz de la Constitución Nacional".
También exigió "el cumplimiento de la palabra empeñada, cuando el perjurio no constituye delito, las palabras -sobre todo en política- no tienen más valor que el sonido que producen. Debemos volver a repensar las tres condiciones esenciales para el desarrollo de la cooperación voluntaria en el seno de una sociedad libre: posesión pacífica de los bienes honestamente conseguidos; transmisión por consenso sin admitir el engaño, la violencia y el fraude, y la exigencia social de que se sancione el incumplimiento de las promesas".
Margariti, miembro del Instituto de Economía del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas de Rosario, señaIó que "las transformaciones sociales pasan por la educación y -previamente- por el riguroso cambio de las reglas de conducta a que deben someterse los dirigentes. Estas reglas deber servir para asegurar que los dirigentes actúen en función del bien común o del bienestar general. Deben ser reglas tan claras y rigurosas que el individuo más procaz pueda ser sancionado duramente si no las cumplía. En general este cambio de reglas de conducta ha sido impuesto por los ejércitos vencedores después de una dura contienda y curiosamente ha producido el mejoramiento institucional de los países vencidos. De ello hablan los trabajos sobre la defensa de intereses difusos o intereses directos de Mancur Olsson.
Por otra parte, afirmó que "la mejor distribución de la riqueza no depende de medidas punitivas ni confiscatorias, sino de un cambio profundo en el sistema impositivo, en el sistema educativo, en el mercado laboral y en los premios y castigos que premien al meritorio y no al exitoso. Vilfredo Pareto demostró en forma contundente que la distribución de los ingresos es el resultado de un cambio cultural y de la consideración social de algunas cualidades hoy menospreciadas".


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