"La riqueza acumulada por los argentinos, fue liquidada por falta de control de la clase política en el manejo del patrimonio público", afirmó Antonio Margariti. El doctor en Ciencias Económicas, graduado en Rosario, analiza la crisis dirigencial, la falta de debates serios y los cambios políticos, culturales y económicos que atraviesa la sociedad argentina. -¿Cómo calificaría la situación que viven los argentinos en estos días? -Muchos ciudadanos han dejado de tener confianza en sus representantes y esa actitud transforma a la sociedad argentina actual en descreída. -¿Cuáles fueron los resortes que posibilitaron cambios socioculturales de los últimos diez años? -Las transformaciones experimentadas en nuestro país no han sido totalmente positivas. El primer cambio fue provocado por la "plata dulce" de Martínez de Hoz, luego vino la dolorosa experiencia del terrorismo y la represión, después la guerra de Malvinas y por último la convertibilidad y la apertura irrestricta. El resultado de todo esto ha sido la enajenación cultural del alma de los argentinos. -¿Se puede pensar que hay algo por donde pase el ser argentino, como una sentimiento de pertenencia a un territorio? -La Argentina dejó de ser una comunidad unida por un mismo destino. Diariamente recibimos agresiones internas: el fisco que cambia constantemente las reglas y no tiene límites en su voracidad impositiva, las leyes que niegan nuestros derechos individuales, la apropiación de nuestros ahorros legítimos, las patotas utilizadas en la acción política, las turbas que cortan rutas e impiden el paso a pacíficos ciudadanos, los grupos organizados que toman inmuebles y los desaprensivos que ensucian agresivamente las más hermosas fachadas urbanas. La gente normal, honesta y responsable no puede sentir afinidad alguna por esta marginalidad agresiva y progresivamente demuestra tener miedo al prójimo. Hemos vuelto al estado salvaje donde reinan el caos y el desorden. -¿Las reformas educativas no apuntan a salvar esa identidad? -En la actividad escolar se han perdido las cualidades que nos hicieron distinguir dentro del marco panamericano: la calidad de la enseñanza, la profundidad del pensamiento, la disciplina intelectual, el gusto por las cosas bien hechas, el conocimiento universal y la sólida formación en las ciencias fundamentales: matemática, física, química, historia, literatura, geografía y urbanidad. Al comparar el contenido curricular de un libro de sexto grado primario de 1945, con la enseñanza recibida en el ultimo año del polimodal se descubre el evidente retroceso que han provocado todos los reformadores pedagógicos que ocuparon los Ministerios de Educación. -Los rosarinos, ¿tienen un concepto de la ciudad semejante al de la polis griega? -Rosario es quizás una de las pocas ciudades donde sus habitantes tienen un alto sentido de pertenencia y de orgullo por su "polis", pero esta unidad se va resquebrajando en la medida que quienes viven en condiciones marginales en las villas miserias, en lugar de sentirse contenidos son incitados -por razones políticas- al saqueo y a agredir al resto de los ciudadanos. -¿Cuántos países tiene la Argentina? -Domingo Faustino Sarmiento había observado que hay dos sociedades dentro de nuestro territorio: la civilización y la barbarie. Luego, con la inmigración y la integración social de todas las colectividades, desarrollamos un país mejor estructurado. Pero en los últimos años hemos destruido ese tejido social y hoy tenemos tres países: el de los excluídos, el de quienes todavía pueden mantener su posición relativa y el país de los cortesanos afortunados. Estos últimos constituyen una nueva clase integrada por políticos inoperantes, lobbistas desvergonzados, capitalistas prebendarios y sindicalistas inescrupulosos. -La caída de la clase política, ¿arrastró a las instituciones? -No hubo caída de la clase política que arrastrara a las instituciones, sino una sensación de impunidad descubierta de manera instantánea. Sucede como en el caso de aquel individuo que estaba prisionero y descubre que su celda está sin llave. La clase política en cierto momento ya no se sintió vigilada. Sus integrantes recibieron ofertas tentadoras, percibieron que podían enriquecerse con el manejo del patrimonio público y compitieron unos con otros para ver quién se quedaba con mayor fortuna, concentraron la corrupción en manos de algunos recaudadores que repartían el dinero robado para la corona. Por eso convalidaron más de diez años de liquidación del patrimonio acumulado por generaciones de argentinos. Al encontrar un campo de orégano en la política, redactaron las reglas para amparar sus maniobras. Nadie les imponía un código de conducta y entonces se dedicaron a la rapiña cultural, económica y política. Así, las instituciones, integradas por hombres sórdidos y codiciosos, se convirtieron en una cáscara jurídica sin ningún sentido. -¿Quedan vestigios hoy del Mayo Francés? -Decantó en una política que asegura continuidad, previsibilidad y razonabilidad. En el mundo civilizado ya no hay más imágenes para jugar el destino de los habitantes a cara y cruz en cada acto electoral. -¿La acción desplazó al debate? -El debate se rehúye porque implica un esfuerzo por comprender al adversario y aceptar los propios errores. El debate fue reemplazado por la picardía. La acción se ha desligado de toda consideración ética y se ha convertido en una mera actividad guiada por los instintos más primitivos.
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