Gustavo Lenti (*)
Luego de conseguir una categórica victoria sobre Rusia, la tercera generación del tenis argentino, liderada por Nalbandian y Gaudio, quiere saldar la deuda que heredó de sus camadas anteriores: la obtención de la Davis. Argentina arribó siete veces a las semifinales, cuatro de ellas con Guillermo Vilas, aunque solamente una vez, en 1981, alcanzó la final, donde perdió con Estados Unidos 3 a 1. Tras 20 años de éxitos importantes, pero en los que el gran golpe no terminaba de llegar, el tenis argentino vivió el año pasado, en Wimbledon, el momento largamente esperado de la mano de Nalbandian, quien arribó a la final del torneo más importante del mundo, lo que significó el salto de calidad de la tercera generación de tenistas criollos. Hace ya cinco años surgía una camada de tenistas encabezada por Squillari, Puerta, Zabaleta y Cañas, quienes prometían cubrir el bache que se producía en ese momento, cuando ningún argentino figuraba entre los 100 primeros del mundo. A medida que ellos comenzaban a cosechar resultados se les sumaban Chela, Calleri y Gaudio, mientras que entre los juveniles descollaban Coria y Nalbandian. Esta generación reemplazaba a la que Argentina tuvo durante la segunda mitad de los ochenta y la primera parte de los noventa con jugadores de gran nivel como Mancini, Jaite, Pérez Roldán, de la Peña, Davin, Frana. Sin embargo, ninguno de ellos pudo jamás superar los cuartos de final de un Grand Slam, mientras que en la Copa Davis alcanzaron las semifinales en 1990. De la nueva generación, el primer gran golpe lo dio Squillari, quien en junio de 2000 llegó a la semifinal de Roland Garros, mientras que en 2001 ya había nueve argentinos entre los 100 mejores, y a nivel de conjunto se lograba el ascenso al Grupo Mundial después de diez años. Con Acasuso como nuevo integrante de la armada argentina, 2002 arrojó la obtención de ocho títulos del circuito ATP, uno de ellos el Masters Series de Toronto, y la conquista del Mundial por equipos de Duesseldorf, algo que sólo se había logrado en 1980. La final alcanzada por Nalbandian en Wimbledon le permitió a la actual camada de tenistas mejorar estadísticamente a Vilas, quien sólo había podido llegar a los cuartos de final en 1975 y 1976. Ya en el 2003, con tres tenistas entre los 20 mejores del mundo -además de Nalbandian y Gaudio, se encuentra Guillermo Cañas, actualmente lesionado-, los argentinos demostraron que no sólo son profetas en su superficie favorita, el polvo de ladrillo, sino que también lo hacen en las otras más esquivas. Una prueba de ello es la final de Nalbandian en el césped de Wimbledon, y su conquista del abierto de Basilea, sobre carpeta, y la obtención del Masters Series de Toronto por parte de Cañas, sobre cemento. El último fin de semana los argentinos volvieron a dar una clara muestra de todo esto ante los rusos, con un Nalbandian muy sólido, tanto en singles como en dobles. Lo de Gaudio en la Copa Davis ya es palabra mayor con su notable récord de 13 victorias como local, donde se mantiene invicto, y donde juega con un nivel muy superlativo al del circuito. Además, Gustavo Luza cuenta con otros tenistas que en septiembre próximo también pueden ser titulares frente a España como Zabaleta, Chela, Coria y Calleri, quienes también son partícipes del sueño de conquistar por primera vez la deseada Ensaladera de Plata. (*) Télam
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