Año CXXXVI
 Nº 49.806
Rosario,
martes  08 de
abril de 2003
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Los cómicos repasan su carrera en "Veinte años no es nada"
Midachi: Cómo reciclar chistes viejos en un espectáculo más producido
El trío volvió a demostrar que el secreto de su éxito se basa en no cambiar una serie de fórmulas ya probadas

Los Midachi son un fenómeno humorístico. Llenan teatros, gustan, divierten, son espontáneos. Y en Rosario volvieron a impactar con sus "Veinte años no es nada". El trío conformado por Miguel del Sel, Dady Brieva y Chino Volpato mostró una reseña de sus mejores rutinas a un ritmo vertiginoso, con más de diez músicos en escena, cuatro bailarinas sorprendentes, una puesta de luces impecable y sonido cuadrafónico. Claro, eso sí, el que fue a buscar algo nuevo del trío se fue con las manos vacías. El secreto del éxito de Midachi se basa en no cambiar las fórmulas exitosas, y eso lo cumplen a rajatabla.
Midachi metió 3.500 personas la noche del sábado en el Patio de la Madera en dos funciones, algo menos de tres mil el viernes, y otro tanto el domingo. Ahora se sumaron dos nuevas funciones para mañana y pasado, a las 21. La segunda del sábado fue un tanto enrarecida. Un problema técnico y un error de organización (ver aparte) hicieron que el show empezara a la 1.30 en vez de las 23.30. Sin embargo, el trío -disculpas mediante- le puso el pecho al mal trago y cumplió con las expectativas de la gente.
Ahí reside el punto clave de la cuestión. ¿Qué va a ver el público cuando paga una entrada de Midachi? El foco de atracción pasa por Dady y Miguel, de eso no hay dudas. El Chino ya es un espectador de lujo arriba del escenario, y cuesta creer que no haya incorporado una rutina interesante que justifique su presencia luego de dos décadas de integrar el grupo.
El monólogo inicial de Dady iluminó la sala. Suelto, con un lenguaje tan cotidiano y vulgar como real y efectivo, hizo una comparación entre los viejos y los nuevos tiempos que sacudió al público. La descripción de detalles de costumbres, hábitos y vivencias de su niñez fue tan precisa y cómica que logró un proceso de identificación inmediato con la gente.
Después vino el clásico despliegue de imitaciones de cantantes conocidos. Pero con un agregado, esta vez había una pantalla de fondo, una banda potente en vivo con más de 10 músicos y cuatro bailarinas tan bellas como profesionales. Así pasaron Luis Miguel, Diego Torres, Guillermo Novelis (La Mosca), Ricardo Montaner y Damas Gratis, desde el humor de Miguel; Jennifer Lopez y Piñón Fijo (Dady); Rubén Rada (Chino); y Bandana, Mambrú, Las Ketchup, Los Nocheros y Los Chalchaleros, a quienes gastaron por su regreso eterno.
Dady puso su picardía y su ingenio para convertirse en Drácula, y después mutó en un mago trucho en compañía del Chino. Pero uno de los picos de la noche se dio cuando apareció la Tota (Del Sel) y su rival la Pochola (Brieva). Allí mostraron todo su oficio para presentar algunas histerias y envidias de las divas.
Por último, Mercedes Sosa en la piel de Miguel y los interminables Chalchaleros despidieron el show. Midachi volvió a escena para actuar, repetir y gustar. Y nada hace pensar que si alguna vez presentan un nuevo show sea muy distinto al que vienen haciendo desde siempre. Total, veinte años no es nada.
P.S.



Dady, Miguel y el Chino, un equipo sumamente eficaz. (Foto: Hugo Ferreyra)
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