| | cartas Nadie desea la guerra
| El 25 de marzo aparece en esta sección una nota titulada "Pacifismo tuerto e inoperante". Esa valiente persona, amante de las guerras pero que no tiene el valor de dar su verdadero nombre y sí el número de su DNI, haciendo gala de su espíritu marciano debería enrolarse como voluntaria o como mercenaria en alguna legión o brigada bélica. Parece que le gusta el combate, sobre todo contra el dictador de Irak. Pero ha habido otros dictadores más sangrientos y de los cuales sólo nombraré algunos: Hitler, Mose Dayan y el pacifista Sharon, sin contar a los latinoamericanos que estudiaron en la Escuela de las Américaa, en Panamá, con el patrocinio de Estados Unidos. Esos democráticos pacifistas ampararon al sargento Batista, en Cuba; Somoza, en Centroamérica, y a nuestro "gran héroe" Jorge Rafael Videla. Además, quién se acuerda de aquellos refugiados palestinos en el sur del Líbano que fueron masacrados por el actual mandamás de Israel, quien desde 1949 hasta hoy ha desconocido todas las resoluciones de las Naciones Unidas y que, a su vez, ocupan territorios ajenos. No creo que nadie desee la guerra, salvo los que tengan intereses económicos o religiosos, lo cual es imposible catalogarlo entre personas normales. Eduardo Rodríguez
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