Cuando parecía que Lanús se llevaba una victoria por la que había hecho muy poco, Estudiantes consiguió un agónico empate a cuatro minutos del final de un pobre y chato partido disputado en La Plata. El trámite del partido fue ordinario, entrecortado, sin sorpresas. Ambos apostaron a la destrucción. La zona central fue un cóctel de faltas, pases mal hechos y una clara actitud de no dejar jugar al rival. La media hora de juego inicial no dejó nada. La primera llegada con algo de riesgo fue a los 38, cuando el reaparecido Zapata se lanzó hasta el fondo por la derecha y su centro perfecto, al corazón del área, fue conectado de cabeza por Maggiolo y la pelota caprichosamente se fue rozando el palo del arquero Flores. La primera granate fue a los 45. Bustos Montoya enfrentó a Nacho González y el arquero estudiantil logró achicarle los espacios. Los primeros minutos del complemento no trajeron nada nuevo, es decir que siguió prevaleciendo la confusión. Recién a los 10, Carrusca metió un misil de tiro libre desde la derecha y el uruguayo Flores tapó milagrosamente lo que hubiera sido el primer tanto del partido. Lanús siguió con su planteo mezquino, que era defender y defender, mientras que Estudiantes tenía más tiempo la pelota, pero no sabía qué hacer con ella. A los 19, Moreno sacó un zurdazo desde fuera del área que Nacho González alcanzó a tapar a medias y el rebote le quedó justa para Bustos Montoya para empujarla al gol. Si hasta ese momento lo de los granates había sido aguantar y aguantar, ni pensar lo que vendría después. A los 41, llegó el desahogo local. Flores le entregó la pelota a Damonte, centro al medio del área y con toda la defensa rival desacomodada Gelabert la empujó al gol poniéndole algo de justicia al mal partido que jugaron ambos. En el final, Estudiantes intentó la heroica y estuvo cerca de marcar el segundo, pero ya era tarde. Lanús ya se llevaba lo que fue a buscar. (Télam)
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