Año CXXXVI
 Nº 49.805
Rosario,
lunes  07 de
abril de 2003
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Central sumó un tibio empate en el torneo Molinas
Los canallas brindaron una opaca imagen y apenas pudieron igualar sin goles ante El Torito

Mariano Bereznicki / La Capital

Tal vez el empate que apenas pudo conseguir sin goles el ostentoso Rosario Central ante el humilde El Torito saque a relucir a partir de ahora muchas cosas que parecen estar ocultas bajo la alfombra que cubre con incertidumbre a la ciudad deportiva de Granadero Baigorria. Es que a juzgar por los hombres que estuvieron ayer en el polideportivo de Argentino para medirse ante el equipo naranja, por la segunda fecha del torneo doméstico Gobernador Luciano Molinas, es inentendible, haciendo una primera lectura, la tremenda desorientación que los envolvió desde casi la salida misma de los vestuarios y que perduró hasta el pitazo final.
Pensar que tanta diferencia, ya sea en cuanto a las individualidades como en lo físico, no les sirvió de nada a los canallas. Es más, El Torito no le dejó tocar la pelota en casi todo el partido. Dominó y generó varias situaciones de riesgo, y si no fuera por algunos jugadores como Daniel Rui o Matías Escobar se quedaban con las manos más vacías aún.
Central salió mal parado desde el vamos. El primer paso en falso se notó cuando la Pantera Negra Rubén Molina, delantero por naturaleza, debió ocupar el carril de volante por la derecha. En el medio se juntaron Diego Junco y Juan Moriconi dejando en claro que el esquema era con doble cinco.
Encima, Mijoch no tuvo un socio para la creación y por ende no pudo abastecer a los intermitentes Impallari y José Vizcarra en la ofensiva, quienes además debieron soportar los incontables pelotazos que partían desde la línea del fondo. Era imposible que con este amarrete esquema los canallas vulneraran a El Torito, que con sacrificio y corazón los metieron en un arco.
Central recién pudo mejorar un poco, pero un poco nomás, cuando ingresó Héctor Pinto. Pero el tiempo en que estuvo en la cancha no fue suficiente para desviar el curso de la historia.
Los anfitriones debieron haberse quedado con la victoria. Porque fueron los que buscaron siempre ser protagonistas. En cambio los auriazules debieron soportar varios sofocones, y todo por cumplir con el libreto que les habían dado en el vestuario. Quizá, si los canallas se revelaban, y jugaban como saben ellos y en sus puestos originales, tal vez se hubieran quedado con el triunfo, pero debieron conformarse con un magro empate sin goles.


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