La iniciación literaria de Sonia Scarabelli remite a una historia familiar. "A mí me enseñó a leer mi mamá con una revista de historietas, el Patoruzito, mientras ella planchaba -cuenta-. Para mí la lectura es un mundo de lo familiar, todo lo contrario de la institucionalidad, del vínculo exterior clásico. Pero como en mi casa no eran grandes lectores, no teníamos biblioteca ni nada que se le parezca, mis lecturas eran absolutamente caóticas. Para mí los momentos de formación son los que pasé con mi tía Pocha, una lectora extraordinaria. Mi diversión de la tarde era ir dos o tres veces por semana a la casa de esa tía, que se había hecho un jardín en la terraza, y sentarme con ella a tomar malta con masitas de miel. Ella me hablaba de libros, leíamos cosas juntas. Y me regaló el primer libro de poemas que tuve, que fue una antología de Alfonsina Storni, de Losada".
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