Estas son las paradojas que entrega el fútbol. Es que Edgardo Bauza, uno de los máximos símbolos auriazules como jugador, como entrenador tiene de hijo a Central. Lo tiene alquilado. Desde que se fue del club, en junio del 2001 tras caer en la semifinal de la Libertadores ante Cruz Azul de México, el Patón enfrentó a los auriazules en tres oportunidades y en todas le arruinó el partido. Le ganó las tres veces, dos con Vélez y una con Colón. En el Apertura 2001, le ganó en Liniers 3-1 al equipo que por entonces dirigía Juan José López. Ya en el Clausura 2002, en el Gigante de Arroyito, fue el verdugo del Central de Menotti, a quien vapuleó por un contundente 3-0. Pero como si Central no tuviese suficiente karma con el Patón, en el último Apertura, y justo en su debut como DT sabalero, lo superó 2-1 en el Cementerio de los Elefantes. Tal vez por todo esto y por el sentimiento contradictorio que le genera enfrentar al equipo del cual es hincha, Bauza prefirió no hacer notas esta semana con los medios rosarinos.
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