Washington. - La guerra en Irak puso a prueba la estrategia de comunicación de la Casa Blanca para preservar la imagen de George W. Bush por encima del conflicto diario. El más reciente tropiezo de los comunicadores presidenciales fue por los hábitos televisivos del presidente, que no son como los retrató su portavoz, Ari Fleischer. Los comunicadores de la Casa Blanca cultivaron cuidadosamente un perfil del presidente como un ejecutivo que deja la planificación diaria de la guerra a sus generales, y que evita saturarse por la cobertura televisiva diaria de la guerra. Pero algunos amigos comentaron que Bush permanece pegado a la tele, discutiendo los últimos desarrollos con sus consejeros. Roland Betts, un inversor inmobiliario neoyorquino y amigo de Bush desde hace mucho tiempo dijo al diario estadounidense The New York Times cómo el presidente permaneció el primer fin de semana del conflicto frente a la televisión en su casa de campo de Camp David. Sin embargo, durante los primeros bombardeos de Bagdad, Fleischer pintó a Bush como un presidente con poco interés en la cobertura televisiva: "No creo que el presidente necesite ver televisión para saber qué va a pasar". Betts sostuvo lo contrario: "Está totalmente inmerso en la guerra" y discute cada nueva incidencia con su asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice. Fue más lejos: "Bush se rio cuando un periodista reportó el mensaje oficial de que no miraba televisión en Camp David". Ese informe de prensa forzó a Fleischer a dar una explicación el lunes, y tuvo que llamar a Betts "porque quería saber si todo lo que él había dicho fue bien citado. Dijo que sí", declaró Fleischer. La Casa Blanca se negó a comentar sobre operaciones militares y ha referido todas las preguntas al departamento de la Defensa y a los portavoces militares en el golfo Pérsico. Pero el presidente reaparece regularmente para denunciar una letanía de atrocidades cometidas supuestamente contra civiles por miembros del oficialista partido Baas o por la policía secreta de Saddam Hussein. En esas declaraciones Bush siempre ofrece algún dato nuevo sobre las torturas infligidas supuestamente a quienes quieran ayudar a las fuerzas invasoras en Irak. Con esto Bush intenta convencer al público estadounidense de que sus tropas libran una guerra de liberación, a pesar de las fotos diarias sobre bombardeos y las historias explícitas de los horrores del combate. El mensaje de la Casa Blanca también confrontó problemas para sobresalir en la prensa frente a los cuestionamientos sobre el plan de guerra, debido a la fuerte resistencia iraquí y la esperada bienvenida a los soldados, de parte de los civiles de ese país árabe, que nunca llegó. Asimismo la Casa Blanca tuvo que superar las expectativas, albergadas por sus propios oficiales antes de la guerra, de que el conflicto sería corto. Fuentes cercanas al presidente hablaron de su "frustración" con informes de prensa críticos, y su portavoz insistió en que Bush siempre estuvo preparado para una guerra difícil. (AFP)
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