Año CXXXVI
 Nº 49.800
Rosario,
miércoles  02 de
abril de 2003
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Una lucha cruenta, mucho más amarga que gloriosa
Los soldados de la coalición anglonorteamericana tienen historias que contar, pero son truculentas y nada atractivas

En los primeros días de la guerra en Irak, los soldados del batallón de tanques más condecorado del ejército de Estados Unidos estaban algo frustrados por no estar en el frente de batalla. A algunos les preocupaba que las únicas historias que tendrían para contar sean de custodia de carreteras, puentes o campamentos. Ahora tienen historias reales que contar, pero son truculentas y no atractivas, y reflejan la realidad de la guerra a pesar de los intentos modernos por hacerla menos cruenta.
Son historias como la de una bebé muerta tirada en medio de un camino, de cargar a un compañero muerto en los brazos, de disparar a un vehículo y luego descubrir que llevaba mujeres y niños.
Luego de siete días de viajar en Irak sin entrar en combate, el 2º Batallón del 70º Regimiento de Blindados llegó el fin de semana a la aldea de Kifl, sobre la orilla este del río Eufrates, y en seguida comenzó a observar las más horrorosas señales del conflicto.
Algunos soldados vieron el cuerpo de una bebé en la zona, escena de una feroz batalla antes de que llegaran. Afligidos, le informaron al capellán del batallón, quien junto a otros soldados fue hasta el lugar en el que realizaron una ceremonia fúnebre.
El capellán, Glenn Palmer, calculó que la bebé tenía unas seis o siete semanas de edad. Su cabeza estaba despedazada pero su pequeño torso estaba intacto.
"Se podía pensar que era una muñeca hasta que te acercabas", dijo Palmer. Los soldados la enterraron mirando hacia la Meca, de acuerdo a los ritos musulmanes. Palmer rezó una oración musulmana y colocó una improvisada señal en su pequeña tumba. "Estoy seguro de que era musulmana y nosotros respetamos esa tradición".

Del entierro a la batalla
Justo después del entierro en la mañana del lunes, el batallón entró en combate junto con soldados de la 101º División Aerotransportada en un esfuerzo por destruir unidades de la Guardia Republicana de Irak al sur de la ciudad de Hillah.
Se encontraron con una feroz resistencia desde el comienzo y un soldado de la 101º División fue abatido, unos días antes de cumplir sus 21 años. El capitán Brad Loudon sacó el cuerpo de un tanque cuyo personal lo había recogido.
Loudon ha tenido algunas visiones horrendas desde que llegó a Kifl. Cuerpos retorcidos y calcinados de iraquíes y partes de cuerpos, muchos entre los restos de vehículos ennegrecidos, abundan en la zona.
Pero la experiencia del lunes dejó una impresión más profunda. "Es algo que se va a quedar conmigo", dijo Loudon, de 28 años y graduado en leyes.
La batalla afecta también a los veteranos. Un artillero que mató a un grupo de la infantería iraquí al disparar el cañón principal de su tanque M1A1 Abrams dijo que esta guerra era más "cercana y personal" que las batallas de tanques en que participó en el desierto durante la Guerra del Golfo de 1991.
Otros soldados narraron cómo quedaron bajo fuego de granadas autopropulsadas y armas livianas disparadas desde una camioneta. Respondieron con decenas de rondas de ametralladora. Sólo después descubrieron que dentro habían mujeres y niños.
Cuando se acercaron a una zanja cerca de la camioneta de la que habían salido algunos ocupantes y otros huyeron, encontraron media docena de mujeres, tres heridas, incluida una embarazada, varios niños pequeños y sólo unos pocos hombres. (Reuters)


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