"La pobreza estructural ha generado una nueva población que sin tener algún problema visible ha ingresado a la discapacidad", definió Silvia Tróccoli, directora del departamento de discapacitados y coordinadora del equipo de integración educativa de la Municipalidad de Rosario. Gracias a un financiamiento económico de la Unión Europea al proyecto del área, ésta ha podido tener mayor alcance, sobre todo, tratando de evitar que esas discapacidades se acentúen y a la vez contener a estos chicos dentro del sistema educativo. El tema de la discapacidad ha tenido largas horas de debates y diversas modalidades para incorporarlo a la realidad cotidiana de las aulas. Si bien existen las escuelas especiales, en la escuela común numerosas experiencias han intentado integrar desde el discurso de la diversidad. No obstante, la crisis social y el crecimiento paulatino de las condiciones de pobreza estructural han determinado que haya cada vez más niños con sus capacidades disminuidas, ya sea por la falta de alimentación o de estimulación a edad temprana. "En la escuela común, un chico que repite tres veces, que tiene problemas de conducta, que no accede a la lectoescritura en los primeros tres años o no se queda quieto en el aula, es común que pase a la escuela especial", indicó Silvia Tróccoli, directora del equipo de integración educativa y agregó: "Un chico con síndrome de down bien estimulado y con buenas condiciones de vida, tiene mayores posibilidades que un niño desnutrido de la villa". El equipo municipal viene desarrollando una labor que tiende, en una primera instancia, a integrar al chico con algún tipo de dificultad a la escuela común, haciendo adaptaciones curriculares o terapia ocupacional como para adaptar el escritorio, los lápices o la computadora de uso cotidiano. El trabajo se centra en la labor en talleres con padres, docentes y alumnos y en la atención singular de cada caso que se presenta. "La verdad es que el sistema educativo muestra su grieta en la cuestión de la integración", disparó Tróccoli. "La realidad es que la institución especial está llena de chicos pobres que no van a ningún lado y por eso se trata de integrarlo". Según la especialista, una de las mayores dificultades es la resistencia en la inclusión en la escuela común, cuestión que de alguna manera encubre una forma de discriminación, al plantear que no está preparada para atender estos temas y los rechazan. "Por eso trabajamos con maestros que tienen la intención de integrar. La idea no es sumar problemas sino trabajar juntos porque el equipo lo que hace es apoyarlo en este proceso". Lugar de contención El programa de integración funciona desde el año 1993 y, dada su aceptación en el medio, fue presentado a la Unión Europea para que sea financiado y así potenciarlo. Fue así que se incorporaron 20 profesionales entre psicólogos, fonoaudiólogos, maestros comunes y especiales, entre otros, ampliando el radio de acción y atención. Si bien este año los fondos de la Unión Europea se terminan, además de los resultados concretos, hay un personal, entre ellos becarios, capacitados para seguir trabajando. Por ello, la municipalidad seguirá con el proyecto, trabajándolo en forma coordinada con otras áreas como cultura o promoción comunitaria, de modo de continuar con una estrategia que tienda a la prevención. "Por más cuestionada que esté la escuela común, sigue siendo un lugar de contención para los chicos por estar dentro el sistema educativo. Esto hace que no estén solos y excluidos", sintetizó Tróccoli.
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