Fabiana Monti / La Capital
Escuela para padres, prevención del sida, capacitación laboral y participación ciudadana son algunos de los temas de los que se ocupa la educación no formal, un fenómeno que viene cobrando cada vez más fuerza en la Argentina. Si bien surge como una crítica a la escuela tradicional con otro tipo de destinatarios -generalmente adultos- y nuevas metodologías, su gran expansión genera interrogantes sobre su rol y su relación en el sistema educativo. Si bien la Unesco comienza a instalar en la década del 60 el concepto de educación permanente, en América Latina las distintas prácticas educativas fuera de la escuela lo anteceden, sobre todo, de la mano de la educación popular, ligada al pedagogo Paulo Freire. Más allá de su origen, el fenómeno fue adoptando características particulares a la luz de los distintos procesos sociales y reformas educativas, multiplicándose y dando lugar a una infinidad de cursos, talleres o seminarios que van por fuera del sistema educativo formal. En rigor, la ley federal de educación lo incorpora como un subsistema y también señala que esas ofertas deben ser promovidas por las autoridades, de manera complementaria a la escuela. Precisamente, si este tipo de prácticas son complementarias u opuestas a la educación tradicional es uno de los temas del debate en este terreno y según algunos especialistas consultados, existe cierta precariedad teórica al respecto. Para Marcela Manuale, docente de la cátedra de educación no formal de la licenciatura de gestión educativa, de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), generalmente se lo toma como algo opuesto a lo formal ya que son propuestas metodológicas más flexibles y acotadas porque responde a demandas de una población específica. "En un comienzo estaban más ligadas a los adultos que no habían podido acceder a la educación, pero en la actualidad también se destina a gente con cierto nivel de educación y también a los más jóvenes y no tanto a los más marginados", señaló Manuale. Qué abarca Muchas de las propuestas son llevadas adelante por organizaciones no gubernamentales (ONGs), sindicatos o instituciones intermedias y la oferta es de lo más diversa. No se circunscribe sólo a los adultos sino que, en las mismas escuelas hay actividades como computación, idioma, entre otras, para los más jóvenes. A veces se lo vincula con áreas específicas y otras con lo que tiene que ver con la educación del tiempo libre. En todos los casos intentan de una u otra manera dar respuestas a la diversidad de problemáticas que hoy atraviesan a la escuela y que ésta sola no alcanza a cubrir. "El campo es variado, anárquico y no hay demasiada coordinación", indicó Manuale, y agregó que si bien la nueva ley educativa lo contempla, no es demasiada la organización al respecto. "Las organizaciones que la ofrecen en muchos casos no tienen la estructura a largo plazo que tiene la educación formal y en muchos casos, se critica la calidad, porque como no hace falta tener el título docente para dictarla -sólo tener una especialidad en el tema- en muchos casos, se atenta contra la misma". Manuale hizo hincapié en que la línea que separa la eduación formal de la no formal es muy delgada por cuanto existen algunas prácticas que son definidas por fuera del sistema educativo pero no dejan de ser parte del mismo. Un ejemplo de esto, es la modalidad a distancia que si bien es un acceso diferente a lo educativo, la certificación por parte de un organismo como un instituto o una universidad le otorga el carácter de formal. Desde la provincia de Santa Fe, el área ha sufrido distintos cambios de dependencia ya que antes era parte de la Dirección de Adultos, Alfabetización y Educación no formal (tal como se llamaba), y desde septiembre del año pasado pasó a ser una dependencia de la Dirección de Escuelas Primarias y Educación Especial. Viviana Picca, directora de esa área del ministerio santafesino, explicó que la provincia se cuenta con 73 centros de capacitación laboral y 5 de formación profesional y otros tantos de educación agropecuaria. También indicó que en los últimos tiempos, se ha ampliado su cobertura a la capacitación laboral, formando a los beneficiarios del plan de jefes y jefas de familia y también a entidades privadas u ONGs que presentan proyectos en ese sentido. "Estamos acompañando los distintos procesos sociales que se van dando, ya que la formación de las personas no puede venir de arriba hacia abajo. Los cambios de áreas tienen que ver con cuestiones operativas", señaló Picca. En tanto que desde la universidad, si bien consideran que existen actividades puntuales que trabajan en el campo de educación no formal, no existe un área que las aglutine. Consultada acerca de qué importancia se le da a la educación no formal en este ámbito, Marcela Manuale recalcó que existe cierta precariedad teórica al respecto y en muy pocas facultades, por ejemplo, del área de ciencias de la educación, se lo considera como materia. "En el caso de la facultad de Paraná, por ejemplo, antes existía como terminalidad y ahora hay seminarios. No es un área donde se le tome demasiada consideración", sintetizó.
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