M.R. tiene 16 años y pasa la mayor parte de sus días en una granja del Gran Rosario donde, según la policía, lleva adelante un proceso de rehabilitación por drogadependencia. La mañana de ayer lo apresaron poco después de que bajo amenazas robara y violara a una vecina de su casa de la zona sur mientras dormía junto a su pequeña hija de 3 años. Ocurrió en una vivienda de Biedma al 200. Allí vive M.S., de 38 años, junto a su concubino y dos hijas: una de 16 años y otra de 3. Según dijo la mujer, a las 6 de la mañana de ayer su hija mayor estaba con el novio en una camioneta estacionada frente a la vivienda y vieron merodear por el lugar a un muchacho que intentó molestarlos. Por eso, la joven decidió ingresar a la casa y se fue a dormir. Cuando se estaba desvistiendo golpearon a su ventana. "¿Vos sos la que estaba en la camioneta?", le habría preguntado el muchacho que adujo tener un mensaje de su novio. Cuando la adolescente se asomó el joven quiso ingresar a la casa "agrediéndola y amenazándola verbalmente", dijeron voceros policiales. Ante ello la chica cerró la ventana y se metió en la cama sin darle anuncio de lo sucedido a su mamá, que dormía en otra pieza junto a su hermanita. Poco después fue la madre la que escuchó ruidos en la cocina de la vivienda. En segundos, el intruso estaba junto a ella amenazándola con lastimar a la menor si no le daba dinero. Cómo la mujer no se lo entregó, el adolescente la obligó a desnudarse y la sometió delante de la pequeña a la que mantuvo permanentemente amenazada. Después escapó por el patio llevándose la cartera de su víctima. M.S. corrió para pedir ayuda a sus padres, que habitan una vivienda delante de la de ella en el mismo momento en que su concubino arribaba al lugar. Impuestos de lo sucedido los hombres salieron a buscar al abusador, que había saltado la pared del fondo que separa su casa de la de su víctima. Entonces la familia de la mujer abusada presentó la denuncia en la comisaría 16ª y una comisión llegó a la casa del menor, en Ayacucho al 3800. La mamá del joven dijo que su hijo dormía pero los agentes lo despertaron y vieron junto a él la ropa que la víctima y sus familiares habían descripto como la del agresor: un pantalón celeste y una remera a rayas negras y blancas. De nada sirvió que la mamá de M.R. dijera que el chico debía presentarse a las 19 de ayer en la granja donde se rehabilita de su adicción.
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