Año CXXXVI
 Nº 49.798
Rosario,
lunes  31 de
marzo de 2003
Min 17º
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cartas
Sueños de grandeza

Durante años la nuestra ha sido una política locuaz y fantasiosa. Se habla mucho y se hace poco, nada, o todo lo contrario de lo que se dijo. Se conjuga constantemente el verbo sacrificarse por el país, mientras la realidad indica que el sacrificado es el país. Hay quienes se presentan ante el electorado como los gloriosos salvadores de la patria, prometiendo maravillosas medidas de gobierno. La inclinación a lanzar proyectos fabulosos puede ser un anzuelo para pescar votos. Pero también puede ser una forma incipiente del delirio de las grandezas que es precisamente lo que nos ha impedido ser hoy un pueblo grande en realidades. Hubo quienes no quisieron hacer lo necesario -que tal vez podían hacerlo y bien- porque no era grande; y han querido hacer lo grandioso -aunque innecesario y desastroso, además de imposible- porque el culto de la gloria es vocación para pasarse de compostura. A todos aquellos que se dicen grandes hombres, la sociedad les debe preguntar: ¿por qué obras han merecido el respeto y la consideración de tus conciudadanos?, ¿en qué circunstancias y con qué hechos has demostrado ser capaz, virtuoso y patriota? El que nada tenga que responder y sin embargo pretenda acceder al poder es un insensato que no merece nuestro voto sino nuestra lástima. Antes de entrar al cuarto oscuro debemos precavernos de estos personajes con un 99% de vanidad personal y sólo 1% de orgullo nacional; que usan el país como un teatro para hacerse aplaudir; que sueñan ser grandes y nos están dejando una Argentina cada vez más empequeñecida. Un pueblo es grande y tiene porvenir cuando sus anales cuentan glorias auténticas.
Carlos Alberto Parachú


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