Año CXXXVI
 Nº 49.798
Rosario,
lunes  31 de
marzo de 2003
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Tenía en Rosario 45 mil adherentes, hoy no llegan a 5 mil
El trueque perdió el 90 % de sus participantes y está en extinción
El plan Jefes y Jefas le quitó gente, la inflación lo perjudicó y sus organizadores admiten que "se les fue de las manos"

Isolda Baraldi / La Capital

Hace poco menos de un año los clubes del trueque recibían a más de 45 mil rosarinos que buscaban allí un modo de subsistencia. Hoy, según los organizadores no llegan a cinco mil los que continúan enganchados al sistema. Según apuntan los coordinadores de los nodos (como se denominan los clubes) la entrega de los planes de Jefes y Jefas de Hogar hizo que la población dejara de asistir, aunque también admiten que el sistema se les "fue de las manos" y los negocios desvirtuaron los principios de la iniciativa. Pero más allá de los miembros del trueque, funcionarios y ex participantes aducen que la falsificación de los créditos (moneda de canje), la exorbitante inflación que se coló en los emprendimientos y los manejos políticos fueron los responsables de la caída de los clubes.
Unos meses atrás atraían al conjunto de la población. Quien más quien menos alguna vez se asomó, visitó o participó de ellos. Instalados a lo largo y ancho de la ciudad, zonas marginales y de clase media, allí se podía conseguir desde verduras hasta pintura, asistencia médica, ropa o teléfonos celulares, entre otros bienes y servicios. Es decir, de todo. Este diario dio cuenta de los primeros emprendimientos que arrancaron en Rosario a mediados de 1999, pero en Buenos Aires sus orígenes datan de 1995.
La crisis social y política empujó a miles y miles de personas a la desocupación y los clubes de trueque tuvieron un desarrollo explosivo ofreciendo una alternativa de subsistencia. En Rosario hubo unos 300 puntos de encuentro. Los principios del emprendimiento eran por demás de atractivos: poner al alcance de la mano una alternativa económica sin fines de lucro y brindar contención social. Sin embargo, en pocos meses el fenómeno se redujo a su mínima expresión.
"La gente no quiere trabajar, dejaron de venir cuando empezaron a cobrar los planes Jefes y Jefas de Hogar. Es increíble que se conformen con 150 pesos", lamentó Gladys Martínez, integrante de la Red Solidaria del Trueque.
Pero la mujer admitió que los subsidios no son la única razón. "Siempre hay vivos que quieren vivir de los demás. Se metió la inflación en los trueques y no tiene nada que ver, porque esto no era un comercio", aseguró Martínez.
Ella afirma que de los más de 300 clubes, con varias ferias de ventas cada uno, ahora no llegan a cien; mientras que de los más de 45 mil socios, apenas si llegan a 5 mil.
Y si algunos lugares fueron emblemáticos por la cantidad de gente que convocaban, hoy apenas funcionan. El emprendimiento instalado en la Pérgola, en el corazón de parque España, llegó a albergar a mediados del año pasado a siete mil personas en las mañanas de los sábados. Hoy funciona en las sombras: abre los viernes a la medianoche y cierra con las primeras luces del día siguiente.
Una situación similar se observa en las instalaciones del ex predio rural, hasta agosto o septiembre pasado el lugar se asemejaba a un hormiguero humano y ahora sólo abre un día por semana con escaso público.
"El año pasado venían entre 3 mil y 5 mil personas todos los miércoles, ahora no superan los 800 o 900", lamentó José Vega, coordinador del lugar. En hombre negó que en esas ferias se pudiera vender en vez de trocar la mercadería, sin embargo cualquier asistente puede preguntar precios en pesos o en créditos.
"A veces piden locuras, por eso la gente dejó de venir. Antes podías llevarte aceite, leche u otras mercaderías trocando ropa y otras cosas, ahora te conviene ir directamente al mercado", explicó Carina, 30 años y cuatro hijos.
En rigor, en pleno auge de estos emprendimientos las denuncias por presuntas irregularidades no fueron pocas. Distintos sectores pusieron en duda la procedencia de la mercadería, cuestionaron el no pago de impuestos, la comercialización de los créditos y la falta de control por parte del Estado.
Pero hubo más. Entre las distintas organizaciones se cruzaron denuncias, que dieron cuenta de la falsificación de los créditos, de dineros que quedaban en manos de los coordinadores e incluso de clientelismo político a la hora de organizar los clubes.
"Hay de todo. Siempre están los vivos que se quieren enriquecer con la pobreza ajena, la verdad es que se agudizó la guerra de pobres contra pobres", aseguró Beba Boronski, responsable de un nodo que funciona todavía en Garzón y French.
La mujer también cree que los subsidios estatales produjeron la debacle de los emprendimientos, pero también se quejó por el mal manejo de los integrantes de los clubes.
"Se nos fue de las manos, cuando vino la devaluación se empezó a cobrar cualquier cosa. Entonces, no conviene ir a los trueques si en los mercados un kilo de harina sale más barato", razonó.
Lo cierto es que el fenómeno del que dio cuenta toda la prensa internacional como una muestra más del ingenio popular está en vías de extinción, más allá de la crisis por la que atraviesan enormes sectores de la población.



El club de la Pérgola hoy apenas si funciona de noche. (Foto: Silvina Salinas)
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