Año CXXXVI
 Nº 49.797
Rosario,
domingo  30 de
marzo de 2003
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Un torneo que exaltó una paridad insolente

Aníbal Fucaraccio / La Capital

La confusa realidad que implantó la última fecha del Campeonato Argentino exaltó involuntariamente los signos de una paridad insolente, que no distinguió pergaminos, antecedentes ni nombres propios en este rugby nacional. Además, parece haber contagiado a todos los actores de la escena de nuestro rugby.
Ya no hay caudillos ni candidatos, los análisis previos se vuelven estériles ante tanta polución estética, cualquiera le gana a cualquiera -en cualquier cancha que sea-, el caballo del comisario se cansa en la recta final y festeja igual con la ayuda del último envión de su resto anímico y los indigentes se dan el lujo de intercambiar su condición con los históricos de siempre.
Si hasta el poderoso Buenos Aires tuvo que disminuir los aires de su indisimulable soberbia en los dos últimos encuentros y maquillarlos detrás de planteos mezquinos que escudaron en los bonus sus ansias especuladoras. Ahora ser banca es una carga y asumir actitudes de protagonismo en los momentos de definición parece una loca quimera para el seleccionado que cuenta con la mayor cantidad de jugadores del país.
Y descendió Tucumán. ¿Quién lo hubiera imaginado hace sólo un mes?. Salta, silbando bajito, lo venció 14 a 13 en la cancha de Lawn Tennis y la victoria de Córdoba de visitante ante Cuyo por 24 a 13 -en Mendoza Rugby- obligó a los naranjas a una decepción tan sorprendente como profunda, muy cercana a la deshonra en una provincia donde el rugby se asemeja a un culto. Y pensar que los tucumanos hablaban de campeonato antes de enfrentar a Rosario en la jornada inicial...
Este tipo de torneo, corto, sin revanchas, al inicio de la temporada (con los jugadores duros y expuestos a lesiones) y con un sistema de puntaje foráneo, injusto y tendencioso, provoca este tipo de cosas.
Incluso Rosario, en su excursión a Salta en la fecha anterior, si perdía corría riesgos en la parte de abajo de la tabla, pero al ganar se conformó en el único que tenía chances de torcer la historia ante Buenos Aires.
El seleccionado local dejó su corazón en la cancha de Duendes y obtuvo su 16º subcampeonato en el historial. Hay razones y sinrazones que explican esta sucesión de intentos fallidos. Lo positivo es que se comenzaron a evidenciar síntomas de renovación generacional, hay un sistema defensivo puesto a prueba y afianzado y la actitud es irreprochable. También es cierto que las formaciones fijas son irregulares y que los movimientos ofensivos siguen marcando un déficit.
De todas maneras, este grupo jerarquizó la camiseta con su enorme sacrificio y si el compromiso colectivo se mantiene, el camino de retorno a la gloria perdida tendrá su final esperado en un plazo muy corto.


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