Pablo F. Mihal / La Capital
Si bien los partidos no se merecen, se ganan o se pierden en la cancha, muchas veces la forma en que se dan los resultados hacen que tras los ochenta minutos de juego las sensaciones sean muchas veces contradictorias. Ayer en Duendes pasó algo de eso, ya que hubo un equipo que, sabedor que con muy poco se adueñaba otra vez del Campeonato Argentino, hizo menos y dejó una imagen que distó mucho de la de un verdadero campeón. No obstante los números lo ratificaron. La historia dirá que Buenos Aires se impuso a Rosario en un ajustado 17 a 16 en la quinta y última fecha, y que además revalidó el cetro, pero tras eso hay otra historia que tiene que ver con el sistema de puntuación utilizado. El hecho de jugar el torneo con bonus no implicó un mayor desarrollo del juego, premiando los ataques y las buenas defensas como en un principio se pensó sino todo lo contrario. Y ayer quedó bien demostrado cuando se vio a un Buenos Aires híbrido al que le daba lo mismo ganar o perder por poco si al final de la ecuación obtendría lo mismo: el bicampeonato. En la vereda de enfrente Rosario hizo todo el gasto y si bien falló en la toma de decisiones (ya que al estar "acorralado" por la urgencias salió a buscar el campeonato en vez de buscar el partido) era casi imposible que pudiera dar vuelta una historia que estaba escrita y a la que le faltaba sólo la firma. No obstante, no especuló. Tuvo actitud, concentración y muchas ganas de ir al frente. Tackleó con fiereza y ostentó el dominio territorial aunque le costó desequilibrar una defensa porteña que jugó durante todo el partido al filo del off side. Rosario fue protagonista aún sin contar con formaciones fijas sólidas donde las Aguilas mostraron sus puntos fuertes. Para avanzar en el terreno Rosario intentó por momentos jugar con pases cortos, no exponiendo demasiado la pelota pero logrando la continuidad y el control de la ovalada. Pero también cuando desplegó el juego mostró lo suyo. Y si en los primeros cuarenta minutos Buenos Aires hizo poco pero sumó lo justo para irse al vestuario en ventaja 7 a 6 (gracias al try de Böck y la conversión de Manasa Fernández Miranda contra dos penales de Di Bernardo), en el complemento lo del campeón fue muy pobre, y se profundizó en los últimos diez minutos donde con más ganas de que terminara el partido que de jugar, le arrebató el partido a Rosario en tiempo de descuento. En el arranque del segundo tiempo la luz de la esperanza para Rosario se encendió con el try de Simón Boffelli después de que Pablo Bouza se levantara de un scrum y lo habilitara. Pero el try del Ruso Ostiglia bajo los palos volvió a poner todo casi en un pie de igualdad. Rosario no se quedó conforme y siguió buscando e incluso tuvo varias ocasiones para marcar, la más clara la de Andrés Bordoy que estuvo a centímetros de la línea de sentencia. Sobre el final, ya en tiempo de descuento, el penal de Juan Fernández Miranda por un tackle alto inclinó definitivamente la balanza en favor del equipo porteño. Después no hubo más tiempo y así Buenos Aires volvió a coronarse postergando a Rosario a su decimosexto subcampeonato. Rosario terminó una nueva edición del torneo más importante de la Argentina con la frente bien alta aunque nuevamente se fue acariciando un sueño. Una vez más, ese sueño de ser campeón se convirtió en un amor imposible, esos que nunca se logran pero que siempre se llevan dentro.
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