Kieran Murray
Kifl, Irak. - Cuando los tanques estadounidenses irrumpieron en este pueblo del río Eufrates, fuerzas irregulares iraquíes apostadas en posiciones de francotirador en la calle principal, abrieron fuego desde puertas, ventanas, puestos del mercado y franjas de terreno al aire libre. El atardecer pintaba la calle de rojo y la visibilidad era de menos de cinco metros debido a remolinos de arena y polvo levantado por una tormenta. Oficiales estadounidenses dijeron que combatientes en minivans, camiones y automóviles se lanzaron directamente hacia los tanques que se les aproximaban. Otros tomaron canoas, remaron por el río y trataron de colocar explosivos en el puente principal. Pero las fuerzas iraquíes fueron superadas ampliamente por los tanques de la 3ª división de infantería del ejército estadounidense, y cientos de iraquíes han muerto en este pueblo en los últimos cuatro días. Los oficiales dijeron que la unidad de tanques disparó dos andanadas de proyectiles 120 milímetros de uranio empobrecido y de gran velocidad, creando un vacío que literalmente sacó a los combatientes iraquíes desde sus escondites hasta la calle, donde fueron abatidos por fuego de armas pequeñas o aplastados por los tanques. "Fue un caos terrible, como usted no se puede imaginar", relató el comandante de la unidad de tanques, quien se identificó como "Cobra 6", pues dijo que no quería que sus amigos y vecinos supieran por lo que había pasado. "Recibimos muchos disparos, e hicimos muchos. Uno no podía ver nada excepto todos esos tonos del rojo y el sonido del fuego de ambas partes. No era terrenal. Tendré pesadillas de esto". Decenas de cadáveres todavía estaban ayer en las calles. Algunos fueron envueltos en bolsas azules y negras, pero otros todavía estaban al aire libre, pudriéndose bajo el sol del mediodía. Varios cuerpos, tan quemados que eran irreconocibles, colgaban de sus automóviles y camiones destrozados y calcinados. Los esfuerzos de Irak para frenar el avance del ejército estadounidense hacia Bagdad parecen incluir la colocación de oficiales de fuerzas de élite en puntos estratégicos, usando tácticas guerrilleras. En Kifl, al norte de Najaf y a unos 130 kilómetros al sur de Bagdad, la estrategia puede haber desacelerado el avance de las fuerzas estadounidenses, pero solo a un costo extremadamente elevado. Algunos soldados estadounidenses calculan que al menos 1.000 iraquíes murieron aquí desde que comenzaron los combates, al anochecer del miércoles. Los oficiales dijeron que sólo un soldado estadounidense pereció. Fuego esporádico de mortero y ráfagas de francotiradores mantuvieron a las tropas estadounidenses en alerta en el pueblo hasta tarde ayer, pero los oficiales dijeron que el grueso de la resistencia había sido superada. El principal peligro remanente era una unidad de artillería iraquí ubicada unos 16 kilómetros al norte. "Estoy seguro de que todavía hay algunos tontos en el pueblo, pero el problema real es lo que está afuera", dijo el coronel Joseph Anderson de la 101ª división aerotransportada, que entró ayer en Kifl para asegurar el control. Esta división comenzó a llegar al frente para reforzar a a la 3ª de infantería, luego de recorrer durante 48 horas las carreteras desde Kuwait. Varias oleadas de soldados iraquíes habían establecido posiciones para morteros en una vieja fábrica de ladrillos al borde del pueblo, adonde llegaban en vehículos civiles. Cerca de esta se alza un gran árbol que las fuerzas estadounidenses en Kifl ahora llaman "Entrada del Infierno". Los oficiales estadounidenses dijeron que habían destruido cerca de 50 vehículos que conducían fuerzas iraquíes al lugar.Las canoas yacen vacías en las riberas del río y sólo los soldados estadounidenses caminan por las calles principales del pueblo. (Reuters)
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