El Cairo. - Los regímenes árabes vigilan con inquietud las protestas populares antinorteamericanas en sus países, atizadas por las consecuencias económicas y sociales provocadas por la guerra en Irak. Desde el inicio de la guerra las manifestaciones se han vuelto diarias, desde Sudán a Bahrein, desde Jordania al Líbano. Gritando su odio hacia Estados Unidos, hacia su "sirviente" británico o hacia Israel, los manifestantes desenterraron palabras de los años 60, denunciando la ilegalidad de un conflicto dirigido por el "criminal de guerra" George W. Bush y las intenciones "colonialistas" sobre los países árabes y sus riquezas petroleras. "La humillación árabe, principalmente centrada sobre Israel y el problema palestino, va a alimentarse de la sangre" de las víctimas iraquíes, estima un diplomático asentado en El Cairo. Pero las consignas se transforman frecuentemente en abiertas críticas contra los regímenes árabes, acusados de colaborar con el Satanás norteamericano. "Vergüenza, vergüenza, vendieron Rueiched por un dólar", gritaban los manifestantes en Amman, acusando al rey Abdalá II de Jordania de acoger en esta región de la frontera con Irak a efectivos militares norteamericanos."Gamal (el hijo del presidente egipcio Hosni Mubarak), dile a tu padre que los estudiantes lo detestan", decían otros manifestantes la semana pasada en El Cairo, antes de una represión brutal de la policía, denunciada por 11 organizaciones de defensa de los derechos humanos. Consciente de la amenaza de la calle, Mubarak se inquietaba de que esta guerra pueda "tardar largo tiempo, con el gran número de víctimas que eso conllevaría. Todo eso tiene consecuencias sobre los pueblos de la región". Un periodista egipcio que prefirió guardar el anonimato aseguró: "No se puede excluir la posibilidad de motines por el pan, manifestaciones que degeneren, atentados".
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