MATTHEW GREEN
Nasiriya. - Las caravanas de camiones que transportan alimentos y municiones a las tropas invasoras en Irak parecen ser cada vez más el punto vulnerable de las unidades blindadas de las fuerzas lideradas por Estados Unidos. En un ataque sorpresa del miércoles, un pequeño grupo de iraquíes, usando tácticas guerrilleras, inmovilizaron una columna de unos 80 vehículos de apoyo a las unidades de combate de los marines estadounidenses.
Disparos desde árboles envueltos en la niebla, al lado del camino, hicieron que los marines corrieran a cubrirse detrás de los vehículos, antes de que los tanques se dirigieran a la maleza para perseguir a los atacantes.
"No pudimos ver quién nos estaba disparando", dijo el soldado John Grimes, de 19 años, quien se metió en su camión sin disparar un tiro contra los atacantes, con su traje de combate cubierto de barro. "Las balas estaban picando cerca, a centímetros de nosotros", declaró tras el ataque, en el norte del pueblo de Nasiriya.
El ataque, el primero contra este pelotón de camiones desde que comenzó la guerra, mostró que un grupo de diez hombres con fusiles de asalto podrían interrumpir temporalmente una caravana respaldada por tanques, helicópteros y vehículos blindados de transporte de personal.
No hubo reporte de bajas de ninguno de los bandos durante el tiroteo de media hora, pero sí tensó los nervios entre los marines que conducen los vehículos, muchos de los cuales nunca antes habían estado en combate.
La amenaza a las líneas de suministro quedó de relieve el pasado domingo, cuando una caravana de suministros del ejército aparentemente hizo un giro equivocado durante una batalla cerca de Nasiriya.
Funcionarios estadounidenses dijeron que sus soldados fueron emboscados por fuerzas iraquíes irregulares y algunos fueron tomados prisioneros.
La amenaza de emboscadas no es sólo una escalofriante perspectiva para los marines que se desplazan en lentos camiones, visibles durante kilómetros en el desierto, sino también un dolor de cabeza potencial para los estrategas del Pentágono.
La logística es crucial en cualquier guerra, pero en esta invasión tiene un significado particular.
Tener fuertes líneas de suministro es vital para mantener el ritmo de lo que Washington quiere que sea una campaña rápida, convirtiéndolas en un tentador blanco fácil para las tropas iraquíes, cuyas armas a duras penas pueden causar rasguños a los tanques de batalla M-1A1 que encabezan la invasión.
Sin suministros, ni siquiera tanques invencibles pueden combatir mucho.
A diferencia de la Guerra del Golfo de 1991, cuando fuerzas encabezadas por Estados Unidos liberaron a Kuwait de siete meses de ocupación iraquí, las líneas de logística necesitan sostener el tramo de la invasión por espacio de más de 500 kilómetros en el desierto, en terreno abierto rodeado de dunas de arena y matorrales.
Ataques sorpresa
Tormentas de arena o la neblina que sigue a la lluvia del desierto, proporcionan un manto de encubrimiento ideal para los guerrilleros, que pueden operar vestidos de civil o en pequeñas unidades capaces de acercarse a las patrullas de tanques y helicópteros sin ser vistos.
"Lo que nos deben preocupar son los pequeños grupos porque simplemente pueden aparecerse de improviso", dijo la teniente Colleen Cauley, quien ayudó a la defensa de la caravana. "Si no estamos listos, nos pueden destruir", agregó.
Un relámpago azul ocasional, seguido por impactos que hicieron estremecer la tierra segundos después, indicaron disparos de misiles antitanque TOW emplazados sobre vehículos todoterreno.
Helicópteros Super Cobra pasan casi rozando los techos de los camiones mientras patrullan el camino, dándole alguna tranquilidad a los conductores, que también deben cuidarse de minas antitanques.
Consultados sobre las amenazas a sus propios hombres repitieron el lema de los marines: "Nuestros hombres están entrenados, saben cómo reaccionar", dijo Andrew Bergen, capitán de la caravana. (Reuters)