 |  | cartas No a la guerra, sí al diálogo
 | Las fuerzas militares de Estados Unidos y sus aliados británicos y españoles han decidido poner en riesgo la paz mundial con la excusa de desarmar al régimen del líder iraquí Saddam Hussein, instaurar un proceso democrático en ese país y eliminar a Saddam. Los acontecimientos en la torturada tierra iraquí se desarrollan con atrocidades que la comunidad internacional repudia permanentemente. Fueron en vano los intentos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por extender en el tiempo el período de negociación pacífica. El presidente George Bush ha querido persuadir de la imbecilidad y los crímenes que llevan a cabo las tropas dirigidas por él. ¿Podrá Bush soportar sobre su conciencia la muerte de miles y miles de seres humanos? Luego de la guerra, cuando haya terminado con su determinación de arrasar una nación y destrozar la vida de varias generaciones, Bush debería estar frente a una corte internacional que lo juzgue por sus crímenes de guerra. Sería una forma de garantizar la paz mundial. La guerra, que durante el siglo XX generó en el ser humano los peores sufrimientos, sembró muerte y destrucción, vuelve a proyectar su sombra sobre el planeta y a atemorizar a la humanidad. La comunidad internacional tiene el deber de continuar presionando para que las naciones en conflicto retornen al diálogo y a las negociaciones diplomáticas. Marcelo Malvestitti
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