Punto de vista: El efectivo temor de la lista negra

Fernando Toloza / La Capital

Detrás de la reacción de los actores de Hollywood frente a la guerra que lleva a cabo Estados Unidos contra Irak existe una gran pregunta: ¿Hay o nacerá una lista negra de los opositores? ¿Podrán trabajar en el futuro cercano o perderán pantalla, como ya ocurrió en una circunstancia histórica diferente, aunque marcada por una similar aspiración mesiánica?
La noche del Oscar fue un muestrario de valentía y cobardía. Sólo los marginales se animaron a usar la palabra para criticar una guerra que la mayoría del mundo ve como una locura. El grueso de Hollywood se quedó en silencio, festejando la estupidez de Steve Martin o peor, abucheando a Michael Moore cuando expuso su crítica a la política exterior de su país.
¿Por qué el abucheo? ¿Será por qué Moore es poco fashion y hace documentales? ¿O el rechazo habla de otro temor y muestra la idiosincrasia hollywoodense? Se supone que los actores son gente sensible, pero no lo mostraron. ¿O son el titubeo de Nicole Kidman y la emoción de plástico de Catherine Zeta-Jones las muestras más acabadas de esa sensibilidad frente a un hecho que conmueve al mundo?
Los actores de Hollywood son parte de la vida de millones de personas en todo el mundo y ganan por ello millones de dólares. Tienen el derecho de alimentar las fantasías y las emociones de gente a la que jamás conocerán. Y ese entrar en la vida de otros, convertirse un poco en modelos, tendría que
hacerlos reflexionar sobre la importancia de su imagen, sobre el valor de lo que hacen como ciudadanos. Sus ricas vidas están pagadas por gente que consume las ficciones que producen y es justo que, a cambio, le retribuyan con un mínimo de ética cuando la situación lo pide.
Por suerte, no todos son iguales y algunos se animaron a poner el cuerpo, sin importarles las consecuencias ni la amenaza latente de falta de pantalla. Esos pocos han sido realistas: no les importa perder trabajo por una temporada. Han acumulado tantos millones que bien pueden aguantar una temporada adversa.