"Vivimos en un pueblo que creíamos seguro hasta el viernes. Ahora no sabemos qué pasa, ni dónde estamos parados", confió una de las amigas de Ana Rótolo. La mujer, que pidió reserva de su identidad, contó que la organización de las marchas surgió a partir de las inquietudes que despertó el violento episodio que sacudió la comunidad, "un pueblo chico, en el que todos se conocen". Rótolo trabajaba en un bar, pero tenía una activa participación en la organización de tareas comunales y solidarias, además de dar clases en varios colegios donde cumplía reemplazos como profesora de educación física. "Era una mujer excelente, y lo que le ocurrió sacudió a toda la comunidad, que reaccionó con indignación y dolor", contaron sus amigas.
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