Hamburgo. - El reporte del corresponsal del diario The New York Times sobre los combates en la ciudad iraquí de Nasiriya debe haber evocado oscuros recuerdos en los lectores estadounidenses: "Guerrilleros iraquíes saltaban de ómnibus, camiones y taxis para participar en la batalla". "Ambush Alley" -la avenida de las emboscadas- bautizaron los estadounidenses la calle de entrada de la pequeña ciudad en el sur de Irak, cuya conquista costó la vida de al menos diez efectivos aliados. Entre otras cosas, porque no podían distinguir entre civiles y combatientes enemigos hasta que ya era demasiado tarde. Christian Moelling, experto en el análisis de guerras de alta tecnología y las resistencias que enfrentan, del Instituto de Investigaciones para la Paz y Política de Seguridad de la Universidad de Hamburgo, ve en este caso una demostración clara de que la conducción iraquí persigue objetivos y utiliza metodologías similares a los utilizados hace tres décadas por la pequeña Vietnam del Norte contra Estados Unidos y sus aliados survietnamitas. "Buscan generar la mayor cantidad de víctimas en el bando contrario y luego ante todo presentarlas a la opinión pública", comenta Moelling. Exitos simbólicos como el de Nasiriya, agrega, apuntan a lograr un movimiento regional de simpatía por la causa del gobierno iraquí mediante un efecto de "David contra Goliat", a la vez que intentan provocar un incremento de la oposición interna en Estados Unidos a la guerra por el costo en vidas humanas. De este modo -señala el experto alemán- parece que el régimen iraquí, más allá de su brutalidad en el ejercicio del poder, persigue objetivos militares absolutamente racionales. Por ello mismo considera improbable que utilice armas químicas. "La estrategia de Saddam Hussein parte de la idea de prolongar la guerra al máximo, para hacer crecer los costos políticos de los estadounidenses y obligarlos así a una retirada". Estos elementos fueron parte principal del trasfondo que llevó a la derrota de Estados Unidos en Vietnam. Todavía es temprano para dar una respuesta definitiva a la pregunta si será posible para la conducción iraquí sostener una lucha de guerrillas en el desértico Irak, que no ofrece la jungla como refugio de difícil acceso, como ocurría en Vietnam. "Pero es claro que el régimen de Saddam apuesta al combate casa por casa como la estrategia más apropiada, porque se transforma en la más costosa en bajas para los estadounidenses", dice el investigador, quien considera que la mayor variable aún incierta para el éxito de esta guerrilla urbana es el comportamiento de la población civil. The New York Times cita al respecto a Mustafa Mohammed Ali -un empleado del hospital de Nasiriya que no simpatiza con el régimen de Saddam- quien dijo que se oponía totalmente a la invasión estadounidense a partir de que había visto con sus propios ojos cómo los atacantes bombardeaban a civiles. La existencia de una infraestructura militar que sirva de base para una lucha guerrillera persistente en Irak está dada por los 60.000 hombres de los fedayin, fuerza paramilitar iraquí. La táctica guerrillera tiene tradición en la región a partir de que la introdujera en 1917 el británico Lawrence de Arabia -recordó el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung-, quien refinó el clásico asalto sorpresivo de los beduinos a los movimientos guerrilleros modernos para enfrentar a los turcos en su retirada ante el levantamiento árabe. (DPA)
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