Los acontecimientos que rodean a la guerra invitan a preguntarse cuál es el rol que ocupa la educación para la paz en la escuela. Según la directora de Ciudades Educadoras (Delegación para América latina), Alicia Cabezudo, la cuestión no encuentra otro vínculo más que en la formación en valores, en especial en todo lo que a razones éticas concierne. "Más allá de las discusiones que se abren en torno a la universalidad de los derechos humanos, lo cierto es que el valor de no matar, de respeto a los demás y a la dignidad humana son generalizados para todas las culturas", comenta Cabezudo. El tema por lo tanto -entiende la especialista- puede y debe ser contemplado como una formación temprana en los chicos. En primer lugar, esta responsabilidad le compete a la familia y luego a la escuela. "No se trata -explica la educadora- de ocupar sólo un rol de transmisión de valores sino de construcción de los mismos". Es que, en su opinión, a veces la escuela "olvida" esta misión y contradice sus dichos con las decisiones que toma para su vida institucional. Algo parecido, considera Cabezudo, también suele ocurrir en el hogar. Alicia Cabezudo además es miembro del Centro Norte-Sur del Consejo de Europa, donde se dedica al diseño de temas curriculares para el continente europeo. Según analiza, un tema que también debe pensarse a la luz de los ataques, es evaluar a qué escuela asistieron Bush, Saddam Hussein, Aznar o Tony Blair. "Por alguna escuela pasaron -dice-. Por lo tanto lo que habría que ver es si nunca se les habló de derechos humanos o bien si lo que se les enseñó fueron mensajes que luego acomodaron de manera maquiavélica, para llevar adelante sus desmedidas ambiciones personales". Para Cabezudo la distorsión es clara. Por eso, para ella "todo docente debe tener presente que hay valores universales que debe construir con sus alumnos de manera sistemática y cotidiana. Se trata de una construcción democrática de la cual debe participar activamente el maestro, pero junto a la comunidad educativa". Esta mirada del trabajo que los docentes deben llevar al aula, para Cabezudo es decisiva, "porque se busca una interacción en función de los valores universales, donde se aspira -al mejor estilo roussoriano- a un nuevo contrato social que privilegie el bienestar general".
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