Partidos políticos, entidades sindicales, sociales y de derechos humanos recordarán y repudiarán hoy con diferentes actos en todo el país el 27º aniversario del golpe militar del 24 de marzo de 1976, que instauró la más sangrienta dictadura de la historia.
El revanchismo permanecía latente desde el triunfo peronista de 1973. Luego de un extenso proceso de acción psicológica y de desestabilización, en la madrugada del miércoles 24 de marzo el poder castrense liberal se adueñó del Estado para demoler las estructuras políticas, sociales, económicas y culturales.
El lunes 1º de julio de 1974, con la muerte de Juan Domingo Perón, quedó acéfalo de conducción el movimiento justicialista. El partido de gobierno se desgarró intestinamente ante la ausencia directriz y el desconcierto que produjo su temprano deceso.
Los liberales, civiles o militares, conspiraban desde el primer día. La clase media, que había votado por Perón, se hizo poco a poco eco de la debilidad política de Isabel Martínez y comenzó a propagar una ola de rumores que fueron el caldo de cultivo golpista. A ello se sumó el más grande equívoco histórico sindical, que ganó una batalla salarial a costa del gobierno.
El 24 de marzo de 1976 estalló la asonada. El 2 de abril el superministro de Economía, José Martínez de Hoz, definió el "modelo", sustentado meramente en el financiamiento exterior, en provecho de las bajas tasas provenientes de los petrodólares árabes en los bancos estadounidenses, tras la quintuplicación del precio del barril dispuesto por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), en el año 1974.
La dictadura militar se extendió exactamente durante 2.818 días y, a su paso, demolió en forma sistemática las estructuras nacionales.
30 mil desaparecidos
En efecto, a su retirada la Conadep constató la desaparición de 9.000 personas que, según los organismos de derechos humanos, fueron 30.000; levantó centros clandestinos de detención y tortura y ejecutó un plan sistemático de apropiación de menores, luego inscriptos como propios por represores, vendidos o abandonados.
Entre 1976 y 1983 el régimen amplió en un 50 por ciento la brecha entre ricos y pobres, quintuplicó la deuda externa y resultó humillado en la aventura militar de las islas Malvinas.
Había asumido el poder difundiendo tres proclamas. Argumentó el siempre mentado "vacío de poder" para evitar la anarquía y combatir la inmoralidad; señaló que el país se encontraba bajo control operacional castrense; recomendó el estricto acatamiento de sus disposiciones y directivas y ratificó el estado de sitio.
También prohibió las manifestaciones, ordenó el cumplimiento de todos los servicios públicos; intervino la CGT, los partidos políticos y la CGE, y detuvo a millares de personas. Sin embargo, la Junta Militar fue reconocida al unísono por 32 países. (Télam)