El Banco Central deberá pilotear las primeras tratativas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para conseguir una flexibilización de la política monetaria, destinada a asistir a los bancos ante los amparos sobre los depósitos acorralados y la próxima apertura del corralón, impedir que el dólar cotice por debajo de los 3 pesos y apuntalar un proceso de reactivación. "Una misión del Fondo tiene previsto arribar al país en la primera semana de abril para revisar las cuentas fiscales del primer trimestre, y queremos poner en agenda el tema monetario cuanto antes", dijo un funcionario del Ministerio de Economía de la Nación. Según establece la pauta monetaria establecida con el Fondo, la base monetaria debería estar en unos 1.000 millones de pesos menos que en diciembre, lo cual implicaría una fuerte absorción de fondos los próximos meses. Eso alentaría una fuerte suba de tasas, lo que deprimiría la actividad que está empezando a dar señales de recuperación. Pero el propio presidente del BCRA, Alfonso Prat Gay, explicó que el capítulo de política monetaria con el Fondo "no estaba cerrado", y que las metas allí acordadas "son indicativas", es decir, que pueden ser modificadas. La discusión pasa porque mientras el organismo impulsa una mayor restricción monetaria para evitar cualquier desborde inflacionario, el Banco Central y Economía apuntan a que, en países que salieron de profundas crisis, como el caso de Argentina, es necesaria una mayor emisión para remonetizar la economía y sostener el crecimiento. "Estas son las dos posturas que están en discusión con el Fondo", explicó un funcionario. En el Palacio de Hacienda confían en que los técnicos del Fondo aprobarán esta política monetaria mas expansiva ya que, entre otros datos, "la inflación está bajo control". Para marzo se estima que el costo de vida seguirá por debajo del uno por ciento, y la inflación proyectada para todo el año rondaría el 10 por ciento, según Economía, o incluso menos, según el propio Prat Gay. De todos modos, algunos cálculos privados anticipan que el gobierno incurrirá en un déficit fiscal del orden de los 6.000 millones de pesos, lo cual representa un 20 por ciento de la base monetaria. Y advierten que si se recurre a la emisión se corre el riesgo de motorizar un proceso inflacionario, habida cuenta de que también está pendiente una recomposición de las tarifas de servicios públicos. Con la maquinita sería posible arrimarse a las metas comprometidas con el FMI, pero a riesgo de tensar más la cuerda social en la economía doméstica con subas de precios, salvo que el nuevo gobierno genere condiciones para que el organismo internacional financie el desequilibrio. Si el Banco Central queda habilitado a emitir más pesos, también tendría una situación de mayor holgura para afrontar la demanda de redescuentos por parte de los bancos, para afrontar la creciente ola de amparos judiciales que se empezó a verificar tras el fallo redolarizador de la Corte y la que eventualmente surja de una apertura del corralón, que el gobierno definirá en el transcurso de esta semana. Por lo pronto, si el Fondo permite la expansión monetaria, el Banco Central estaría en condiciones de comprar más dólares, ampliar sus reservas, y mantener de manera más enérgica el valor de la divisa que la semana pasada estuvo muy cerca de perforar el piso de los 3 pesos por unidad. La apreciación del peso es en buena medida el resultado de un repliegue del Banco Central del mercado cambiario: en el último trimestre de 2002 intervenía en el mercado mayorista con más de 50 millones de dólares diarios, pero ahora esa cifra se redujo a la quinta parte. Economía no quiere que el dólar baje más de los 3 pesos para que no se "despegue" de la paridad que alcanzó con el real y que permite un intercambio comercial que fue mejorando en los últimos meses. El dólar cerró el viernes en Brasil a 3,40 reales por unidad. Además, el Banco Central podría bajar fuerte las tasas de las Letras del Banco Central (Lebac), lo que induciría a los bancos que atienden al público bajar los rendimientos que están ofreciendo, los cuales alcanzan el 1,5 por ciento mensual. Esto podría alentar la salida de dinero de los bancos y brindar una demanda agregada al dólar, que ponga a la divisa en torno a los 3,20 pesos.
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