Año CXXXVI
 Nº 49.790
Rosario,
domingo  23 de
marzo de 2003
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Los problemas de la memoria
Bruno Groppo: "Tarde o temprano la sociedad tiene la necesidad de enfrentar su pasado"
El historiador italiano disertó en el Museo de la Memoria sobre experiencias traumáticas en Argentina y Europa

Osvaldo Aguirre / La Capital

La memoria es el fundamento de la identidad: asume y transforma la historia de un grupo social en función de su presente. Ese trabajo implica una selección, dado que no se recuerda el conjunto de lo ocurrido, y a la vez una reformulación incesante. Estas ideas son líneas principales en el pensamiento de Bruno Groppo, historiador e investigador italiano que disertó el lunes pasado en el Museo de la Memoria como parte de los actos en torno a un nuevo aniversario de la dictadura militar que arrasó el país a partir de 1976.
Groppo conoce bien el caso argentino. Ha visitado tres veces el país, está vinculado con investigadores que estudian el pasado reciente de la Argentina y tiene publicado un libro, con Patricia Flier: "La imposibilidad del olvido. Recorridos de la memoria en Argentina, Chile y Uruguay". En Francia, se desempeña como investigador del Centre National de la Recherche Scientifique y en el Centre d' Histoire Social du XXe. Siécle, en la Universidad de París I.
-¿Qué semejanzas y diferencias señalaría a propósito de la preocupación por la memoria en Argentina y en Europa?
-Se pueden constatar analogías muy importantes. La memoria es una manera de construcción de las identidades individuales y colectivas. Lo que me llama mucho la atención es la similitud que existe entre las memorias que se refieren a pasados traumáticos, como fue en el caso de Argentina el período de la última dictadura militar. Lo que se puede observar es que, en general, las estrategias de silencio y de olvido funcionaron sólo durante un período limitado. Tarde o temprano llega un momento en que la sociedad tiene la necesidad de enfrentarse con su pasado. Por eso, las leyes de olvido, de punto final, obediencia debida e indulto, que intentaron imponer el silencio sobre lo que pasó durante la dictadura, no lograron ese resultado. Y no lo lograron porque es imposible. Los problemas que se dieron con el terrorismo de Estado quedan abiertos: en particular, el de la desaparición de personas y el de la apropiación de bebés por las fuerzas de seguridad. Así que, por varias razones, es imposible cerrar esta página en Argentina como lo fue en el caso de Europa respecto del pasado nazi en Alemania.
-¿La memoria es la respuesta a esas estrategias de silencio?
-El problema, por lo que se refiere a la Argentina, es que existen memorias muy diferentes y en conflicto. Está la memoria de los que fueron víctimas de la represión, hay una memoria militar, hay una memoria de una parte de la sociedad que pensó "por algo será". El problema es la lucha entre estas memorias para ocupar el espacio público y transformarse en la memoria legítima de la sociedad y para determinar el significado de estos eventos que pasaron en aquel período. Por otro lado, es interesante ver la constitución de un campo de estudios e investigación sobre la memoria misma, con instituciones especializadas, como la Comisión Provincial de la Memoria, en La Plata, o grupos que trabajan sobre estos temas en las universidades de Córdoba, Rosario y el Comahue. Hay un interés muy grande por estos temas, lo que no significa que sea el del conjunto de la sociedad. Uno de los aspectos del problema es que siempre se vuelve al período 1976-1983. Desde el punto de vista económico, las bases del modelo neoliberal que dio resultados tan "brillantes" en este país fueron puestas durante la dictadura militar. Es imposible olvidar simplemente porque es imposible no interrogarse sobre las causas del desastre actual.
-¿Cuáles son las dificultades de la sociedad en ese enfrentamiento con el pasado?
-Los que fueron activamente victimarios, por supuesto, no tienen interés en hablar de estas cosas. Pero hay toda una parte de la sociedad argentina que apoyó o aceptó a la dictadura militar, lo que significa que recordar aquel período implica también una reflexión sobre su propia responsabilidad, por lo menos su responsabilidad moral: una tarea difícil. Por otro lado, en aquel período no hubo sólo un actor militar-policial sino también actitudes de diferentes sectores de la sociedad, los gremios, el mundo patronal, la Iglesia, que en el caso argentino apoyó la dictadura hasta el final. Cada uno de estos grupos debería analizar su actitud durante ese período y eso es lo más difícil.
-¿El conflicto entre las memorias refiere a la representación del pasado?
-No es tanto por los hechos del pasado sino por la significación que tienen. Aquí se intentó resignificar este período de varias maneras. Los militares hablaron de la guerra sucia y el informe de la Conadep presentó la teoría de los dos demonios, como que la tragedia argentina había sido el producto del enfrentamiento entre los militares y la guerrilla y en el medio había una sociedad inocente, no partícipe. Esa es una teoría poco creíble e inaceptable, porque no es la misma cosa el terrorismo de Estado, es decir cuando el Estado, que debería proteger a los ciudadanos, se transforma en terrorista, y el terrorismo de un grupo armado. Y a veces hay la reivindicación de una memoria militante que casi parece retomar discursos de los años 70 como si no hubieran pasado décadas desde aquel momento. Estos conflictos se ven a propósito de ciertos eventos. Uno de los casos más interesantes fue el de la Esma, casi el símbolo de la represión durante la dictadura y que el presidente Menem, en su segundo mandato, pretendía demoler. Esa es la imagen de una estrategia de olvido: si no se arrasó la Esma fue por la intervención de militantes de la memoria y de asociaciones de derechos humanos.



"Los problemas del pasado siguen abiertos", afirmó.
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