Año CXXXVI
 Nº 49.790
Rosario,
domingo  23 de
marzo de 2003
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El clásico
Pelota al piso
La receta para manejar euforia y decepción

Alejandro Cachari / La Capital

Los clásicos suelen tener la chapa de bisagra para los equipos de una misma ciudad. Como corresponde a cualquier partido entre equipos de una misma parición. Ni siquiera la complicada situación en el promedio de Central hizo girar la óptica del gran partido rosarino.
El triunfo instaló a los canallas en la cima del torneo y con un tercio disputado lo transformó en candidato a la lucha. La derrota sumió a Newell's en una crisis de la que le costará salir. Hasta allí la evaluación en caliente y casi de tribuna. La que casi nunca coincide con la de los cuerpos técnicos y los jugadores. Pero se introduce en la médula de los directivos.
Mezcla de popular y escritorio, los dos tendrán que hacer un gran esfuerzo por poner la pelota contra el piso y desensillar hasta que aclare. Un par de días suelen ser suficientes para ver el horizonte con mayor nitidez. Suele ser el mejor remedio para moderar y manejar la euforia. Para mitigar y compensar la desazón. Ni tanto ni tan poco.
A ver. Hay dos posturas que aparecen como las más aconsejables: Central no debe perder de vista el objetivo principal y Newell's no desestabilizarse más de lo que está buscando responsables que corporicen un violento golpe de timón bastante desaconsejable. En buen romance. Se debería escuchar a Russo y a Veira antes que nada.
Miguel sigue marcando a fuego el discurso y sólo tiene entre ceja y ceja escaparle a la zona de la promoción; igual que sus jugadores. El Bambino no es el único responsable de otra sosa campaña leprosa. A esta altura y con unos cuantos técnicos en el lomo, se deberá asumir que este plantel rojinegro necesita renovarse. La generación está a punto de pasar inadvertida. En realidad, la mantenía vigente la desaparecida racha contra Central.
Generalmente se corta por lo sano. En este caso el ciclo Veira está en riesgo porque las presiones alimentan la necesidad de Eduardo López de mostrar presencia y tomar al toro por las astas. Sería un error desbancar al técnico. Es un entrenador de jerarquía que bien puede corregir el rumbo. Porque el cambio, entre otras cosas, generaría un nuevo campeonato con gusto a nada para los rojinegros. Sería cortar la cabeza cuando el problema está en los pies.
La vida es bella para el DT auriazul. Esta versión 2003 es conceptualmente diferente a la del 97 y no va a dejar que nada se le escape de las manos.
Para los hinchas es imposible no pensar en el título. Para los dirigentes existe una sensación doble muy difícil de manejar porque la obligación se les entremezcla con el corazón.
El más frío de todos es y debe ser el entrenador y sus compañeros de cuerpo técnico.
La saludable idea de sacar al plantel de la ciudad y trasladarlo a Tandil para silenciar el bullicio no está mal, más allá de que choque de frente contra la economía del club.
El mensaje del torneo anterior (Central se cayó a pedazos después de ganar el clásico) está fuera de contexto. Sólo se repiten algunos protagonistas adentro de la cancha. Pero los de afuera son distintos.



Socios del gol. Figueroa y Delgado volvieron a marcar. (Foto: Hugo Ferreyra)
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