Para Marisa Germain, en el marco de las transformaciones actuales, "la familia ha quedado como ámbito de sociabilidad. El retiro de los otros la ha dejado casi como único soporte, por lo que termina absorbiendo todo, incluso en término económicos". Así, "el modo de subsistencia vuelve a pensarse en clave familiar, como se ve en el caso de los que pierden sus trabajos y buscan una empresita familiar, o en los que viven, por ejemplo, de la jubilación de algún miembro de la familia". El cambio parece definirse como involución. "El proceso de individuación que la incorporación al mundo del trabajo favorecía en otra época se ve en retroceso a través de la descomposición económica. Los hijos siguen viviendo en el seno de la familia originaria, cosa que vuelve a la familia una caja de resonancia cuando ya han pasando otras cosas en el medio y la familia no puede de un modo sencillo retomar aquel aspecto que tenía hace 35 años". Por otra parte, "en otros períodos la sociabilidad también tenía que ver con la actividad política o gremial. Algo de eso está en retroceso, porque hoy no se observa ningún lazo fuerte: no hay militancia con un compromiso subjetivo importante, ni pasión suficiente. La familia queda como un espacio de procesamiento de casi todo lo que ocurre".
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