En Norteamérica ya se perdió más de un 30 % del área destinada a la siembra de trigo porque el algodón y las sojas transgénicas cada día le restan más importancia.
Desde principios de siglo un grupo de obtentores busca revertir este problema a través de la creación de nuevos eventos, entre los que se destaca la aparición en el mercado del primer trigo RR que puede estar disponible en el año 2004, y una variedad resistente a fusarium, la cual llegará entre los avances genéticos que se traen los granos finos con el objetivo de comenzar a disminuir las pérdidas.
Para el primer lanzamiento sólo falta que los nuestros competidores tradicionales (EEUU, Japón y Canadá) se pongan de acuerdo y decidan dar el anuncio al mundo en los primeros meses del próximo año.
La noticia ya comenzó a revolucionar a los farmer del estado de Kansas, principal cinturón triguero de Estados Unidos que en las últimas campañas vienen sufriendo una caída del orden del 37% en toda la superficie o área sembrada.
Problemas de sanidad, dificultades climáticas y el avance de los cultivos transgénicos de fácil manejo (soja) son los principales responsables de esta situación que repercute en la Argentina de la misma manera.
Se nota y es evidente que los productores del norte y sur de Santa Fe, Córdoba y norte de la provincia de Buenos Aires cada vez apuestan más a la oleaginosa y le restan terreno a los granos chicos.
Ahora, la pregunta pasa por analizar sobre qué variedades los investigadores están incluyendo estos genes y la respuesta es, sin dudas, los trigos de calidad panadera. No necesariamente por ser los de mayor rendimiento sino por la fuerte demanda de la industria molinera.
Sin embargo, en Argentina los productores todavía no han podido darse cuenta la importancia que tiene la clasificación por calidad y el hecho de segregar como elemento fundamental para agregarle valor y cumplimiento a los requerimientos de estos mercados.
Al igual que los países del Mar Negro o aquellos que fueron miembros del ex bloque soviético, la oferta de trigo argentino ha pasado a una calidad inferior, e incrementado el abanico de nuevos países exportadores que deben aceptar los menores precios, muchas veces muy cercanos al valor de un trigo forrajero.
Esto provoca innumerables pérdidas de divisas anualmente, sobre todo si se tiene en cuenta que Argentina produce trigos de buena calidad pero al mezclarlos con otros inferiores vende mal, desaprovecha oportunidades y negocios; sumado al factor de desequilibrio de un precio que juega en contra.
Tal vez, por el lado del productor agropecuario el análisis sea otro, formado por las complicaciones de las últimas campañas donde el exceso de humedad trajo innumerables problemas de sanidad en el cultivo, en el logro en sí mismo y la cada vez más difícil posibilidad de colocación que está teniendo este cereal internacionalmente.
Asociación específica
Una señal de aliento puede estar en el trabajo que viene realizando la Asociación Argentina de Productores de Trigo (Aapotrigo), cuyo presidente es Mariano Otamendi. El especialista entiende que la demanda internacional se centra en la compra de clases específicas de calidad y no en mezclas de diferente aptitud industrial como actualmente ofrece Argentina.
"Con el tiempo se va a exigir mayor homogeneidad y consistencia (repetibilidad) en los embarques porque deber ser utilizados en procesos industrializados más automatizados. Para alcanzar eso, debemos hacer junto con el Inta y toda la cadena una clasificación que nos ayude a poder comercializar nuestro producto a la manera que desea la industria panificadora", señaló.
Hoy, la Asociación Latinoamericana de Industriales Molineros (Alim) está pidiendo con urgencia una clasificación acorde con las diferentes necesidades que tiene la industria.
"Esto es lo que debemos hacerle comprender al productor agropecuario, la clasificación comienza antes de la siembra y no en la cosecha como algunos siguen pensando", señaló.