Año CXXXVI
 Nº 49.789
Rosario,
sábado  22 de
marzo de 2003
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Opinator: Un clásico con vida propia

Mauricio Tallone / Ovación

El superclásico rosarino amontona todos los condimentos que hacen a un gran espectáculo y ahí no termina esta historia. Más bien ahí está en el despunte. No faltarán los maledicentes que sostendrán hipótesis pseudosociológicas y afirmarán que en realidad se trata de un interés fabricado.
Pero muy pocas cosas hay en esta ciudad que puedan sacar patente de legítimas como un Central-Newell's. Total el orden no altera el producto. Porque este clásico guarda un valor sustantivo y por ende tiene vida propia. Y como tiene vida propia, lo que no lo enferma, lo engorda, como decían nuestros abuelos. Todo es alimento para el clásico. En la arena de lo previo, Central llega engreído por la victoria del último partido luego de 22 años de ayunos en el Parque y encima le sopla la nuca al puntero (Boca) para despistar lo antes posible el avión del promedio. Lo de Newell's es menos complejo en el entendimiento, espera el gran choque peleando mano a mano contra sus propias contradicciones. Russo calentó el ambiente con una provocación bien entendida al no querer sentarse con su colega rojinegro para una nota con Ovacion, y el Bambino contestó la negativa con silencios y dichos homeopáticos. Pero los dos fueron consecuentes en el respeto y la falta de crispación. Al fin de cuentas se habla de un juego que apila pasiones, amores y locura sana. Al menos eso es lo que se espera y se augura.


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